El fútbol es pasion. El sentimiento de un hincha hacia su equipo es dificil de explicar, como el amor dificil de entender. Este escrito con una prespectiva cinematografica refleja el sentimiento que a un aficionado al futbol genera su equipo. 

El calendario avanza y de febrero terminamos llegando a marzo. Creo y es algo demasiado lógico sin embargo lo más obvio resulta lo más difícil de poder explicar. Me puse como fecha límite para poder terminar de escribir esto el 14 de febrero, llegué tarde, aunque como dicen, nunca es tarde para el amor, ni mucho menos para hablar de ello. La verdad tengo poco que agregar, se ha dicho ya tanto sobre esto que resulta algo sumamente complicado, por no decir que imposible, agregar un par de palabras, un par comas y puntos extras. Es increíble como tanto puede ser resumido en un par de líneas dentro del diccionario, a pesar de eso, el sentimiento resulta inexplicable y propio en cada uno de nosotros.

El amor que tengo por el futbol es similar al que ciento por el cine. Precisamente en febrero, perdiendo el tiempo en redes, me tope con una recomendación de películas que quisiera compartirles. No es una película, sino más bien es un documental corrijo. “Fire of love” de Sara Dosa. El largometraje es un ensamble de cientos, si no es que miles, de horas en videos y fotografías sobre Katia y Maurice Kraft, una pareja de volcanólogos franceses, probablemente los más famosos que haya habido dentro de su campo. Esto va de una historia de amor, entre el, ella y los volcanes; el cuento de amor más bello, real y emotivo que haya visto en mucho tiempo, porque en medio de lo salvaje y peligroso de la naturaleza misma, se encontraron para nunca más dejarse. Un beso, una erupción. Una caricia, ríos de lava corriendo cuesta abajo. Un cariño sincero, enormes humaredas cubriendo el cielo.

Resulta difícil de entender lo que es verdaderamente el amor. Genera alegría, pero también tristeza. Da cobijo como también desconsuelo. Te hace sentir fuerte como débil a la vez. Le valor y sentido a la vida, como también supone el riesgo de ser herido de la peor manera posible, por quienes más quieres. El amor puede llevar al odio, el odio puede llevar al amor. Ocurre con familia, amigos, parejas o el futbol mismo; puedes pasar de marcar un gol a recibir uno en contra; de que tu arquero ataje un penal a que tu delantero erre uno; de anotar un gol en el último minuto a recibir uno encontrar justo antes de que el árbitro pite el final del encuentro; uno puede pasar de la victoria a la derrota. Tan inexplicable y sin sentido alguno como el mismo amor.

Cuando eres niño escoges a tu equipo. Todo te parece perfecto, el escudo, la camiseta, los colores, la mascota, la afición, el estadio, el equipo, cierto jugador que se convierte en tu ídolo y de repente comparte pared en tu cuarto con fotos familiares o figuras religiosas. Cuando uno crece se da cuenta de ciertas cosas…

Otro ejemplo. Cuando eres niño escoges a tu equipo. Todo te parece perfecto, el escudo, la camiseta, los colores, la mascota, la afición, el estadio, el equipo, cierto jugador que se convierte en tu ídolo y de repente comparte pared en tu cuarto con fotos familiares o figuras religiosas. Cuando uno crece se da cuenta de ciertas cosas, te quejas del escudo, lo tocaron, lo volvieron más minimalista, no entiendes lo que es, ni lo que significa; la camiseta se convirtió en un aparador ambulante, con un número excesivo de marcas sobre ella; los colores salvo en tu jersey no están muy presentes en el resto de tu guardarropa, te das cuenta que resulta complicado de combinar para un día en la oficina o en un evento que requiere mayor seriedad; te das cuenta que la mascota es algo para niños, resulta penoso pedirle una foto, abrazarlo o pedirle esos cinco; te quejas de afición, críticas a quienes tras el mal paso del equipo no están, como también críticas a quienes a pesar del mal momento siguen presentes, que les pides que se enojen, que dejen de ir al estadio a manera de castigo; cuando vas a la cancha te das cuenta que está cayendo a pedazos, los baños son un asco, que la vista del campo y la falta de trabajos de mantenimiento no van de acorde al aumento de precios en las entradas; con respecto al equipo, de aquel once más los cambios que te sabias de memoria ya no queda ninguno, todos te resultan malos y que no debería de cobrar tanto por lo que juegan; de aquel ídolo que tuviste salen a la luz cualquier tipo de escándalos posibles, violencia, juego, alcohol, mujeres y todo tipo de excesos; de los títulos, con el paso de los años y las vitrinas acumulando polvo te preguntas si aquel trofeo levantado fue verdadero reflejo de superioridad sobre el terreno de juego, o es que el resto de equipos resultaron ser peores que el tuyo.

Se puede amar al futbol, como se maneja en el lenguaje del hincha es un sentimiento inexplicable. Katia y Maurice se amaron hasta el final, se amaron entre ellos y a los volcanes, seguramente hubiese sido complicados para ellos también el poder explicarlo.

En el mundo de la pelota las historias más memorables son aquellas cuyo amor conlleva mucho sufrimiento. En Italia, el pasado 28 de febrero, en Serie A el US Cremonese, equipo en donde juega el mexicano Johan Vásquez, enfrento y venció en casa al AS Roma de Mourinho; 30 partidos y 27 años de espera para que la victoria volviese; la racha más larga en el futbol profesional del país de la bota por fin termino. En México todos recordamos lo ocurrido con el extinto Tiburones Rojos de Veracruz; en 2019, venciendo al club Puebla por la mínima cortaron una línea de 41 partidos sin sumar de a tres; la anotación vino de parte de un chico inglés, ni su anotación, ni la victoria, ni mucho menos el que siguieran en primera división carecía de sentido alguno. En Inglaterra, el Dover Athletic, un modesto club de sexta categoría lleva poco más de 365 días sin conseguir una victoria, son catalogados como el peor equipo de futbol inglés; los empates y derrotas se acumulan tanto como los días del año. El cariño del aficionado puesto a prueba de la manera más despiadada posible.

Se puede amar al futbol, como se maneja en el lenguaje del hincha es un sentimiento inexplicable. Katia y Maurice se amaron hasta el final, se amaron entre ellos y a los volcanes, seguramente hubiese sido complicados para ellos también el poder explicarlo. ¿Quién en este mundo puede estar plenamente seguro de lo que ello significa?

Leave a comment.

Your email address will not be published. Required fields are marked*