El fútbol ha cambiado mucho en las últimas décadas. Repasamos los acontecimientos que han llevado al deporte rey a convertirse en el deporte que es hoy en día. Algunos aficionados al fútbol lo rechazan revindicando el fútbol de antaño.
Recuerdo perfectamente la primera vez que entrené con un equipo de fútbol. Eran los años ochenta. Mi madre me acompañó una tarde de otoño al Barrio de la Concepción en Madrid. Entré en el vestuario, me puse unas botas negras y un pantalón corto. A la salida me esperaba Emilio, mi nuevo entrenador, me dio la bienvenida y me presentó a los compañeros. En ese equipo jugaba de lateral derecho y mi numero era el dos.
En el Madrid que crecí, el fútbol era muy diferente al de hoy en día. Los campos eran de tierra, la ropa era sencilla y los niños idolatrábamos a jugadores de fútbol sin más. Eran los años gloriosos del Real Madrid de la Quinta del Buitre. En el Calderón Futre enloquecía a la hinchada colchonera galopando la orilla del Manzanares. En Vallecas Jesús Diego Cota ya sudaba la franja roja del Rayo.
Aquel fútbol con el que crecí es hoy un recuerdo del pasado. En estos días el deporte rey es muy diferente al que viví cuando era niño. Lo es en casi todo. Nada tiene que ver con el deporte que practiqué. Pero sobre todo es muy diferente de aquel fútbol que disfruté escuchando la radio y viendo de vez en cuando la televisión.
Existe un movimiento global dentro del mundo del fútbol que usa como eslogan “Odio Eterno al Fútbol Moderno”. Pancartas con esta frase se pueden ver en las gradas de infinidad de Estadios de todo el mundo.
Existe un movimiento global dentro del mundo del fútbol que usa como eslogan “Odio Eterno al Fútbol Moderno”. Pancartas con esta frase se pueden ver en las gradas de infinidad de Estadios de todo el mundo. Este peculiar movimiento es una reacción atávica al fútbol visto como un negocio sin más. Aunque en él también se vislumbra un homenaje al fútbol de antaño y ochentero.
Este movimiento no es más que un pequeño reflejo de los sentimientos de una parte de los aficionados al fútbol. Algunos futboleros se identifican más con aquel deporte que les vió crecer que con el fútbol que convive hoy en sus vidas. La evolución que ha sufrido el balompié es un hecho. Pero el cambio no fue de un día para otro, realmente la transformación fue una concatenación de hechos que duro años.
En nuestro país, el primer hito en esta evolución hacia lo que hoy conocemos como “Fútbol Moderno” se produjo en 1990. Ese año se aprobó la Ley del Deporte. Dicha norma creó una forma jurídica nueva, la Sociedad Anónima Deportiva. Los equipos de fútbol debían reconvertirse en sociedades capitalizadas. Así se hizo, poco a poco y a excepción de Real Madrid, F.C. Barcelona, Athletic Club y Osasuna, todos los equipos españoles del fútbol profesional pasaron de ser Clubes a Sociedades Anónimas Deportivas.
La ley buscaba acentuar la responsabilidad de los administradores. Se entendió que si los directivos de un equipo estaban vinculados patrimonialmente con la institución serían más responsables en la gestión. No olvidemos que a finales de los ochenta la inmensa mayoría de equipos españoles estaban en quiebra técnica económica.
De esta manera a principios de los noventa los equipos de fútbol pasaron de ser propiedad de sus socios a dominio de sus accionistas. Los titulares y “dueños” serian aquellos que aportaran capital. En este nuevo contexto varios empresarios, algunos de dudosa ética, entraron en el accionariado de los clubes. Los equipos se convertirán en bienes de su propiedad. Los socios y los aficionados tendrán a partir de entonces un lugar residual en la administración y fiscalización de la gestión del Club. Los equipos de fútbol se habían convertido en empresas cuyo objetivo principal es maximizar beneficios y dar dividendo al accionista mayoritario.
Los equipos de fútbol se habían convertido en empresas cuyo objetivo principal es maximizar beneficios y dar dividendo al accionista mayoritario.
En 1994 se va a producir otro acontecimiento que marcará la evolución del fútbol. En Estados Unidos se disputa el Campeonato del Mundo. El aburrido “soccer” desembarcó en tierras americanas. Junto al fútbol aterrizan miles de aficionados de todas partes del planeta. Las grandes casas comerciales americanas ven el espectáculo y no lo piensan dos veces. A partir de ese momento Pepsi, Nike o Mastercard usaran a los futbolistas como objeto de sus anuncios. La imagen de los jugadores de fútbol se universaliza. Se convierten en iconos globales. Su aspecto físico empezará a tener casi la misma relevancia que sus dotes futbolísticas.
El Mundial de Estados Unidos fue un rotundo éxito, los americanos incorporan elementos que cambiaron el fútbol para siempre. Las retransmisiones fueron un espectáculo cinematográfico, muy usual en deportes “yanquis” como el baloncesto y el fútbol americano. Uno de estos cambios afectó a los dorsales del fútbol. El Mundial de 1994 será la primera competición que rotule los nombres de los jugadores en la camiseta. A partir de ese momento los dorsales irán perdiendo su distintivo táctico tradicional del once inicial. Un lateral derecho, como yo en mi infancia, no tendrá por qué lucir el número dos. La degeneración ira cogiendo fuerza y aparecerán dorsales tan poco futbolísticos como el noventa y nueve, el setenta o el cuarenta y cuatro. Todo un atentado para los que jugamos al fútbol en los años ochenta.
En definitiva, a partir del Mundial de Estados Unidos el merchandising penetrará en todas las arterias del fútbol. La imagen de sus futbolistas y la venta de camisetas será tan importante para un club como las paradas de su portero y los goles de los delanteros. En julio de 1995, el Manchester United será el primer equipo que organice su pretemporada jugando partidos en Asia. Los pupilos de Ferguson, por aquel entonces entrenador red, aterrizarán en Kuala Lumpur para jugar un amistoso contra el equipo malayo del Selangor. El mercado asiático era ya una mina de oro para el fútbol europeo.
El equipo de Manchester iniciará una moda que parece no tener fin. Las pretemporadas ya no son concebidas como una preparación física y deportiva. Realmente se han convertido en oportunidades de expansión de la marca del club. En definitiva, una moneda más para la caja registradora.
El fútbol es posiblemente el gran espectáculo universal. Los partidos de las grandes ligas se ven en todo el planeta. Pero este hecho ha provocado que la grada haya dejado de ser relevante. El negocio ya no está en la taquilla. La televisión es la gran fuente de ingresos. El espectador a mil kilómetros del campo de fútbol se ha convertido en el cliente a seducir. Mucho más atractivo que el socio con bufanda que grita en el Estadio. Los horarios de los partidos se adaptan a los nuevos adeptos. Lo importante es que el “show” llegue cómodamente por satélite. La conciliación en la vida de los socios no será un hándicap para el negocio.
En 1995 se producirá otro acontecimiento determinante en la evolución del fútbol, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dicta la famosa sentencia Bosman. El futbolista belga Jean Marc Bosman interpuso demanda contra su club el RC Liège y contra la Federacion Belga de Fútbol por impedir su traspaso al club francés Dunkerque. Bosman alegaba que se le había vulnerado el derecho a la libre circulación de los trabajadores europeos dentro de la Unión. La famosa sentencia le dio la razón y declaró ilegal las indemnizaciones por traspaso y los cupos de extranjeros para ciudadanos de la U.E. El libre mercado entraba de lleno en el mundo del fútbol. A partir de ese momento los jugadores se convirtieron en mercancía sujeta a los designios del comercio internacional. La compra venta de jugadores se convertirá en un gran bazar lleno de comisiones, representantes e intermediarios.
La compra venta de jugadores se convertirá en un gran bazar lleno de comisiones, representantes e intermediarios.
Un año más tarde la sentencia Bosman se crea en Portugal la empresa Gestifute. Su fundador un empresario de la noche llamado Jorge Mendes. La nueva empresa se dedicará a la representación de jugadores de fútbol. Más de veinte años después de la creación de Gestifute, Jorge Mendes gana según la revista Forbes cerca de 100 millones de euros al año. Es sin lugar a dudas el representante de futbolistas más influyente del mundo y uno de las mayores exponentes del fútbol negocio.
Los años noventa habían globalizado el fútbol. Pero la llegada del nuevo milenio lo transformará en una industria con pocos reparos. El mercadeo que campeaba en el deporte rey, lo convertirá en un fuerte atractivo para la especulación. Llegarán inversores de tierras lejanas. Millonarios del petróleo, jeques aburridos con ganas de tener un entretiempo y finalmente lo harán los Estados.
Roman Abramovich, un magnate ruso comprará el Chelsea en 2003 poniendo toda su fortuna al servicio del club inglés. En el año 2008, “Dhabi United Group for Development and Investment”, un grupo inversor de Emiratos Arabes Unidos se hace con el control del Manchester City. A partir de ese momento el club inglés se convertirá en el primer equipo del mundo controlado por un Estado. No será el único caso, en 2011, Qatar comprará el París Saint-Germain. Estos procesos de capitalización convulsionaron la tradicional oligarquía futbolística de Europa. Aparecen los nuevos ricos, Clubes Estados, contra los que es muy difícil competir económicamente.
Posiblemente la mercantilización del fútbol no haya terminado aún. Seguramente en el futuro viviremos nuevos episodios. Se trata de un proceso que parece no tener fin. Pero no es menos cierto que algunos aficionados, perplejos ante lo que se ha convertido su añejo deporte, revindican la autenticidad del fútbol. Aquel juego con el que crecieron. Un deporte natural, sin el barniz de opulencia y especulación del fútbol de hoy. Son posiblemente los últimos románticos. Amantes melancólicos del fútbol de antaño.
Recibo los artículos de Esférico, a través de Luis Fernández. Cada uno de ellos son realmente fascinantes. Tienen algo especial, diferente a cualquier otro comentario futbolístico. Ameno, dan, profundo sentido himano, rigurosidad histórica y entendible a cualquier lector. elicitaciones y mucho éxito en la recepción de adherentes. Ya soy uno de ellos.