Analizamos a la Francia campeona del mundo, sus características futbolísticas y sus implicaciones sociales, en una sociedad como la francesa donde la integración cultural ha sido y es una prioridad del día a día.
El apasionante mundial de Rusia proclamó campeón del mundo por segunda vez a Francia. Un equipo con una fortaleza física impresionante, con grandes dosis de calidad y una dirección táctica rigurosa basada en el orden y en el compromiso colectivo. Ha sido el equipo más sólido de todo el campeonato, poco errores defensivos y bastante pegada en ataque.
El equipo de Deschamps ha conformado una orquesta sinfónica donde cada elemento del conjunto tenía una virtud del juego, en esta virtud eran de los mejores, la potencia de Mbappe, la calidad de Griezmann, el control de juego de Pogba o el rigor defensivo de Kante. En definitiva Francia ha sido la suma de pequeñas genialidades.
Un equipo con una fortaleza física impresionante, con grandes dosis de calidad y una dirección táctica rigurosa basada en el orden y en el compromiso colectivo.
El planteamiento futbolístico de Francia se ha basado en la prioridad del orden sobre la libertad del talento individual. Se le ha acusado de jugar de forma especulativa y en algunos momentos bastante conservadora, si bien su capacidad táctica y su solidez general han sido incuestionables.
Hay un trasfondo social en la victoria de la selección de futbol francesa, al igual que sucedió cuando consiguieron su primera estrella allá por 1998, un equipo multirracial domina el mundo del futbol. Una enseñanza tremendamente valiosa para el conjunto de la sociedad. En unos meses donde la cuestión migratoria está acaparando las portadas de los periódicos europeos, un equipo de futbol como el francés puede ser el mejor exponente para esperanzarse en que los flujos migratorios se conviertan en un canal extraordinario para mejorar las sociedades. Del mismo modo que la multiculturalidad y el arco iris de procedencias puede ser un catalizador en esto del futbol, es indudable que el futbol en sí mismo es una de las mejores herramientas de integración social. Una pelota con un rectángulo de juego es una simple vía para hacer feliz a una persona. En mi vida personal he tenido que afrontar gustosamente dos experiencias vitales en el extranjero, bien pues en las dos una pachanga de futbol fue la excusa perfecta para conocer gente, hacer amigos y abrirme las puertas de un tercer tiempo ameno con una cerveza en la mano.
La selección francesa de futbol evidencian que la unión de todos y cada una de las personas que conforman una sociedad hacen que más factible alcanzar el éxito colectivo.
El futbol al igual que la revolución francesa se expresa en la fraternidad, la igualdad y la libertad. El equipo de Deschamps al igual que la selección que ganó el Mundial de 1998 con Zidane a la cabeza, deben ser un orgullo y un ejemplo para el conjunto de los franceses. Estos dos equipos han expresado como pocos las bases fundacionales de la actual República francesa.
En una Europa donde los populismos se expanden con discursos segregadores, rupturistas y diferenciadores, donde los nacionalismo revindican la supremacía de lo suyo frente al diferente ejemplos como la selección francesa de futbol evidencian que la unión de todos y cada una de las personas que conforman una sociedad hacen que más factible alcanzar el éxito colectivo.
El futbol que en muchas ocasiones proyecta las peores conductas sociales, violencia, sectarismo, racismos etc en esta ocasión es un exponente de integración, convivencia y unión.
Francia, la campeona del mundo, ha demostrado ser más que un equipo de futbol es hoy por hoy un reflejo esperanzador de lo que es una integración bien hecha.
Enhorabuena campeona.