En pocas quinielas Luka Modric aparecía como favorito para ser nombrado mejor jugadro del pasado Mundial de Rusia. Las apuestas iban más orientadas a decidir cuál de los dos últimos Balones de Oro del futbol mundial daría un golpe sobre la mesa y se proclamaría mejor jugador de siempre añadiendo un mundial a su palmarés. Pero la pelota empezó a rodar y la selección de Croacia rápidamente se poscionó como una de las favoritas para levantar la Copa del Mundo. Los croatas ofrecieron un juego alegre, con facilidad para crear ocasiones de gol y mucho orden a la hora de contener al equipo rival. Y siempre, en el origen de todo aquello se encontraba su capitán Luka Modric. Y es que Modric es un caso extraño del futbol actual, es un ejemplo de como sin excentricidades ni gestos vanales de cara ala galería puede nacer un lider capaz de llevar a un equipo sin grandes estrellas a optar por el triunfo en un Campeonato del Mundo. Porque si algo ha demostrado Luka en este mes de competición es que ha sido el gran lider de este mundial. Para la retina de los muy observadores simpre quedará cómo, con un simple gesto de mano, sus compañeros dejaban de protestar al unísono la polémica decisión del penalti que le señalaron a Perisic en la final y que supuso el 2-1 en el marcador. Y es que Luka Modric se ha hecho con los galones de su equipo de forma discreta, como es él, a base de jugar y de demostrar a sus compañeros que ante la duda, la mejor opción siempre es darle el balón él.
Luka Modric se ha hecho con los galones de su equipo de forma discreta
Me viene a la cabeza un original a la vez que acertado comentario de twitter, siento no recordar el usuario, que venía a decir algo así como que Modric es en el campo lo equivalente al típico amigo que cuando sale de fiesta no bebe y lleva el coche para que los demás puedan divertirse. Y es que la huella de Modric en un equipo y no me refiero únicamente a la selección, se nota no sólo en las jugadas de ataque en las que sabe como nadie controlar y conducir el balón para buscar el pase más acertado, es que Luka Modric sabe defender muy bien. Y lo hace a pesar su 1,72 de alto y sus menos de 70 kilos de peso que le llevaron siendo niño a ser rechazado por el equipo de sus sueños, el Hajduk Split, o a ser muy discutido a su llegada a Inglaterra a las filas del Tottenham al pensar que no daría la talla en un fútbol tan exigente como el inglés. Luka Modric sabe que el físico no es su fuerte y lo suple con una entrega absoluta durante los noventa minutos de partido y con una total ausencia de miedo a la hora de ir al choque o disputar balones con medios centros rivales que le sacan quince centímetros y otros tantos kilos. No se puede decir que Luka no conozca el miedo, más bien todo lo contrario, porque de niño, al igual que muchos futbolistas de la ex Yugoslavia le tocó vivir el horror de una guerra que le obligó junto a su familia a dejar su casa e incluso ver como los rebeldes se llevaban a su abuelo para ejecutarlo. Teniendo en cuenta tal experiencia, ¿qué puede pasar en un terreno de juego que amedrente a “Lukita”?. Esta experiencia vital sumada a su nada fácil inicio como jugador profesional, que le obligó a vivir dos cesiones a equipos menores, primero en bosnia y luego ya de vuelta a Croacia, antes de poder, por fin, demostrar su valía en el club que le había contratado, el Dynamo de Zagreb, le ayudó a encontrar el camino para llegar Inglaterra en 2008 y a la postre en 2012 ser su puente hacia uno de los mejores Real Madrid de la historia. Todo este camino andado hace que valore la importancia de cada minuto jugado, de cada balón recuperado y en definitiva de cada momento de felicidad que le está regalando el futbol. Y es que ni siquiera sus inicios en los clubes que le ficharon después de dejar su Croacia natal fueron fáciles. Ha tenido que luchar siempre contra inoportunas lesiones fruto de su frágil físico pero afortunadamente siempre superadas con creces gracias a su fuerza mental y a la postre siempre ha acabado siendo una pieza clave de cualquiera de sus equipos hasta el punto de que hoy en el año 2018 y quince años después de su debut como profesional, se puede decir que estamos ante uno de los mejores jugadores del panorama actual. Que acaba de ganar el balón de oro del Mundial de Rusia y es firme candidato a ganar el Balón de Oro de la FIFA ya que a su excepcional mundial le ha sumado este año la consecución de la Champions League, cuarta en cinco años. Un palmarés que cambiaría a cualquiera menos a él, porque sigue siendo el mismo jugador sacrificado y discreto que llegó a Madrid hace seis años para internar hacerse un hueco en el Real Madrid de Mourinho sin muchas opciones para conseguirlo. Hoy Modric, a pesar de que ya tiene casi treinta y tres años, será una pieza fundamental en el Real Madrid de Lopetegui y con la salida de Cristiano Ronaldo creo que debe asumir el rol de jugador más decisivo del equipo. Una papeleta nada atractiva y que probablemente haya hecho que ciertos fichajes veraniegos de Florentino no hayan acabado por sumarse al equipo blanco.
Un valiente no es aquel que no tiene miedo, un valiente es aquel que aún sintiendo miedo es capaz de superarlo. Luka lo vivió muy de cerca, pero hace años que lo superó y estoy convencido de que no le temblará el pulso para liderar al nuevo Real Madrid del mismo modo que ha hecho este verano con su selección de forma brillante.