El Norwich City descendió el año pasado a la segunda división inglesa. Sin embargo, un modelo estratégico basado en la teoría de juegos asegura un futro prometedor. Daniel Webber es el artífice del “Juego Infinito del Norwich.

El Norwich City Football Club es un equipo centenario inglés, nació en 1902, que a día de hoy milita en la Championship de Inglaterra. La segunda división por detrás de la popular Premier League, donde militaba el año pasado. Los “Canarios”, así son conocidos por el color amarillo de su equipación y por el pajarillo que aparece en su escudo, sufrieron un descenso de categoría en el mes de julio del año pasado. El fútbol en Inglaterra se vive de forma diferente, es un hecho, y quizá por esta diversidad no es extraño ver cómo personas como el Director Deportivo del equipo, Stuart Webber, tan solo dos días después del fatal desenlace salía a los medios de comunicación abanderando un discurso de tranquilidad cimentado en un modelo managerial moderno con frases más propias de un “coach” empresarial que de un directivo de futbol.

“El futbol es un juego infinito, no se acaba”

Desde el punto de vista Stuart Webber,  la situación del descenso del año pasado no era dramática. Y durante sucesivas entrevistas, en los medios del club o en el Financial Times, hablaba sobre la tranquilidad del trabajo bien hecho en el sentido de no haber endeudado al club por encima de sus posibilidades y haber hecho un planteamiento a futuro razonable, en el que situaciones adversas como esa eran previsibles y por lo tanto aceptables. Sobre todo lo dicho cabe destacar la frase “El futbol es un juego infinito, no se acaba”.  Para explicar el origen de su reflexión, el dirigente galés dijo que se había basado en el autor y orador motivacional Simon Sinek, que a su vez se había fijado en el libro de 1986 titulado “Finite and Infinite Games” de James P. Carse, que fue profesor emérito de historia y literatura en la Universidad de Nueva York. Básicamente, el argumento principal es el de decir que aquellos planteamientos estratégicos que se hacen con una mentalidad infinita han gozado de más éxito que aquellos que lo hicieron con una mentalidad finita, aunque lleve más tiempo ponerlos en funcionamiento. La diferencia, comenta Sinek, entre un juego infinito y otro finito es que “Un juego finito se define con jugadores conocidos, reglas fijas y un objetivo acordado”. Por contra, “un juego infinito se define con jugadores conocidos y desconocidos, las reglas son cambiantes y el objetivo es perpetuar el juego”. Todo esto puede verse y escucharse en su charla TED en la que habla de la teoría de jugos  y la guerra: https://youtu.be/0bFs6ZiynSU

Simon Sinek en una de sus charlas

Llevándonos esta reflexión al fútbol, que es lo que hizo nuestro directivo “Canario”, un partido debe considerarse como un juego finito pero el futbol en sí es y debe ser planteado como un juego infinito. Por tanto, no tiene sentido buscar una solución para ganar el “juego del fútbol”, se debe hacer todo lo posible para ganar cada partido. Porque la “victoria” en el juego del futbol es seguir vivo.

Porque la “victoria” en el juego del futbol es seguir vivo.

Sinek en su charla hablaba de la Guerra Fría. El secreto de la Guerra Fría era perdurar en esa guerra, no había  una acción concreta a corto plazo que posibilitase ganarla. En este contexto bélico , el escritor y coach motivacional indicaba otro ejemplo de error estratégico como es el de considerar un juego infinito como si fuera finito. Este ejemplo era el de la Guerra de Vietnam, en la que Estados Unidos luchaba para ganar una guerra mientras que los vietnamitas luchaban para conservar algo a más largo plazo, como era su vida.

Daniel Webber y el entrenador Daniel Farke

Volviendo al terreno de juego, la filosofía del juego infinito significa básicamente que si a día de hoy tienes un equipo ganador formado por los mejores jugadores del mundo, la opción correcta de mirar al futuro para seguir con la racha de éxitos no es buscar una financiación asfixiante que  te permita seguir fichando a los mejores jugadores del momento, o al menos a los que aparentemente lo sean, por muy evidente que parezca la solución.  Un modelo coherente con esta visión es la de que una vez que estás en la cresta de la ola, debes invertir en un modelo que te permita hacer que tus jugadores de la cantera o bien los jóvenes valores de la primera plantilla puedan convertirse en el recambio perfecto para tus grandes estrellas. De ahí el símil de para qué gastarse dos millones de libras en jugadores que refuercen una plantilla, con la incertidumbre que ello implica, pudiendo invertir esa cantidad en un gimnasio que ayudaría a cientos de jugadores durante muchos años a que se convirtieran en recambios para los titulares actuales. De hecho, algo curioso que evidencia el interés del Norwich de terminar siendo un club lo más autosuficiente posible en lo que se refiere a la necesidad de incorporar jugadores es que hace que todas las categorías del club jueguen con el mismo esquema con el que lo hace el primer equipo, aunque en algunos casos implique ir en contra de la naturaleza de las propias plantillas, llegando al punto incluso de sugerirles jugar con dos delanteros ya que eso incrementaría las posibilidades de encontrar un delantero centro de garantías, los cuales son los que mayor valor tienen en el mercado. Una visión más empresarial que deportiva sin duda.

…para qué gastarse dos millones de libras en jugadores que refuercen una plantilla, con la incertidumbre que ello implica, pudiendo invertir esa cantidad en un gimnasio que ayudaría a cientos de jugadores durante muchos años…

Otra parcela a analizar en base a estas palabras de Webber y siguiendo con la visión empresarial de un equipo de futbol sería la elección del “consejero delegado”. Es decir, del entrenador, que es el que participa en el planteamiento estratégico de una plantilla pero además se encarga de que toda esa estrategia se ejecute en el campo. Se debe huir según esta filosofía por tanto del entrenador que aporte éxitos inmediatos, o mejor dicho, que sólo aporte éxitos inmediatos. De nada sirve ganar a costa de exprimir un vestuario que al segundo o tercer año esté roto y haya dejado de ser competitivo. Este tipo de entrenador es muy socorrido para equipos en apuros y que necesitan cambiar tendencias rápidamente. Soluciones muy habituales en equipos que se juegan el descenso a falta de pocos meses para finalizar la temporada, que efectivamente pueden conseguir el objetivo de la salvación pero que raras veces se convierten en soluciones a largo plazo para esos mismos equipos, porque no son capaces de mantener el nivel de exigencia durante un tiempo continuado. El ansia de títulos también es algo endémico de los equipos grandes. Son muchos los nombres de esos entrenadores que se vienen a la cabeza y dejo a la libre imaginación del lector que haga su propia lista de candidatos, pero sugiero que tenga en cuenta a la hora de analizar la trayectoria de un entrenador no sólo los títulos conseguidos durante su estancia en un club, sino aquellos que se consiguieron inmediatamente después ya que, por ser el futbol un juego infinito,  su influencia en ellos es mucho mayor de la que habitualmente se le concede.

Instalaciones del Norwich CIty F.C.

Es de elogiar y resulta muy interesante la incorporación de valores relacionados con una nueva gestión basada en modelos de éxito empresarial o teoría de juegos que buscan la viabilidad a largo plazo más que en las típicas resultadistas inmediatas, muy habitual en los equipos de futbol, pero en este caso cabe preguntarse, ¿Están los aficionados preparados para ese cambio? No sólo es la directiva la que debe comprender las reglas de ese “juego infinito”, el aficionado, sobre todo de equipos grandes acostumbrados a ganar, debe asumir que ese cambio puede suponer épocas de malos resultados que no son otra cosa que un retroceso en la carrera del éxito para tomar aún mas impulso en un mundo de futbol cada vez más complejo y competitivo en el plano económico.

Por cierto, a día de hoy el Norwich lidera la Championsip inglesa con diez puntos sobre el segundo clasificado.

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