El Racing de Santander vuelve a Segunda División después de un periplo tormentoso por Segunda B. Relatamos el vertiginoso descenso que llevó al equipo cántabro a una categoría impropia de su historia. Del mismo modo analizamos como, gracias al apoyo de la afición racinguista, el Club  está recuperando el puesto que futbolísticamente merece.

Los padres de hoy tenemos muy difícil explicar a nuestros hijos que cuando éramos niños, incluso adolescentes, no usábamos teléfonos móviles, en nuestras vidas no existía internet y por tanto no conocíamos Google, Wikipedia o Youtube. Si queríamos buscar información utilizamos enciclopedias, diccionarios y manuales didácticos. Los salones de nuestras casas tenían una televisión con prominente cola y pantalla curva, algunos, los más privilegiados tenían reproductores VHS. En nuestra infancia no existía el DVD, no había tablets ni lectores electrónicos de ningún tipo. Cuando éramos niños la mejor red social que había era un balón de cuero y un patio. Pegar una patada al balón contra la pared hacia tantos o incluso más amigos que un buen “tuit”, un “post” ingenioso o una “story” alucinante.

A los que crecimos en los ochenta el fútbol nos proporcionó una visión particular del día a día. Ese  fútbol con el que crecimos era un punto de encuentro social, una manera de afrontar la vida y un enjambre de relaciones humanas. Ese fútbol quizá hoy ya no existe, pero para algunos de esa generación ningún otro volverá a ser como aquel. Quizá solo nos quede la nostalgia, tal vez solo eso.

El paso de los años fue cambiando ese deporte que antes de verlo en “prime time” lo habíamos digerido en la calle. De repente los anuncios de televisión se llenaban de estrellas del fútbol, Eric Cantona se levantaba el cuello de la camiseta y decía “Au revoir”. El fútbol mutaba, el “merchandising” llegaba para quedarse, el negocio entraba por la puerta grande. La globalización universalizó nuestro querido deporte. En Europa un tal Bosman revolucionó el fútbol, no lo hizo con un buen disparo a la escuadra o un portentoso regate, lo hizo dando una buena asistencia al libre mercado, este desconocido jugador belga llevó hasta las últimas consecuencias una demanda que acabó sentenciando que los jugadores de fútbol profesionales europeos no podían ser considerados extranjeros en ningún país de la Unión Europa. El “merchandising”, el negocio y el mercadeo de jugadores cambiaron el fútbol para siempre.

Si hay un club en España donde el resultado de estos inversores extranjeros ha tenido un efecto más que nocivo ese es el Racing de Santander.

Los años finales de la década de los noventa y los primeros años del siglo XXI fueron un tsunami de compra y  venta de futbolistas en las ligas europeas. Surgió la figura del Director Deportivo que proliferó en todos los clubes del viejo continente. Aterrizaron en el fútbol europeo nuevos inversores provenientes de lejanas latitudes como Asia y América, con grandes desembolsos de capital consiguieron el control accionarial de los clubes de fútbol. En algunos casos, las exóticas inversiones extranjeras fueron vistas con agrado, se les percibía  como salvadores, incluso como modernizadores. Llegaban con promesas grandilocuentes, afirmaban traer internalización y gestión de vanguardia a los tradicionales equipos de fútbol. Sin embargo, en algunos casos, el resultado de sus gestiones ha sido muy decepcionante.

Si hay un club en España donde el resultado de estos inversores extranjeros ha tenido un efecto más que nocivo ese es el Racing de Santander. El Racing es un club histórico de nuestro fútbol con más de cuarenta temporadas en primera división, a pesar de ello, ha vivido un periplo por las catacumbas del fútbol español debido a gestiones cínicas por parte de propietarios eventuales que desnaturalizaron la esencia del Club.

El Racing forma parte de los anales del fútbol español. El conjunto cántabro fue uno de los diez equipos que tomaron parte en la temporada inaugural de la Primera División allá por 1928, lo hizo con merito ya que se ganó el puesto venciendo un torneo de clasificación  y derrotando a equipos como el Valencia, el Betis o el Sevilla.

Foto de la Colecccion de Alfredo Alonso Fredo.

Los que crecimos en los años ochenta recordamos con nostalgia el Racing en el que jugaba Radchenko, Quique Setien, Popov o el portero Ceballos. Un Racing que consiguió competir durante una década seguida en primera división y que fue apodado el Racing de los rusos por el rendimiento extraordinario de dos jugadores provenientes del país de los zares Radchenko y Popov. Para la historia y en la retina de muchos futboleros quedará la “manita” endosada al Barcelona de Cruyff. Ese Racing de Santander estuvo a punto de llegar a jugar en Europa pero no será hasta el año 2008 cuando el Racing entrenado por Marcelino Garcia Toral consiga disputar una competición europea.

Foto Cadena Ser

En los años que el Racing compitió en la élite del fútbol español desfilaron por sus filas  grandísimos jugadores como Munitis, Victor, Benhayun, Garay, Amavisca, Zigic o Sergio Canales. Este buen aroma futbolístico no impidió que el Racing se contaminara por las tendencias del futbol moderno. La necesidad de aspirar a nuevos desafíos y dudosas inversiones cambió la dinámica del club.

Cuatro temporadas separan la disputa de la  ansiada competición europea del descenso a Segunda B. ¿Qué sucedió para que se produjera esta vertiginosa caída? A grandes rasgos podemos concluir que institucionalmente el Racing de Santander tuvo grandes problemas para adecuarse al nuevo sistema de fútbol moderno globalizado. Por desgracia, en algunos casos, este nuevo modelo de fútbol va acompañado de inversores voraces que adolecen de conocimientos futbolísticos  y son incapaces de asimilar las tradiciones del fútbol europeo.

El Racing de Santander tuvo grandes problemas para adecuarse al nuevo sistema de fútbol moderno globalizado. Por desgracia, en algunos casos, este nuevo modelo de fútbol va acompañado de inversores voraces que adolecen de conocimientos futbolísticos  y son incapaces de asimilar las tradiciones del fútbol europeo.

Recordábamos al Racing de los rusos de los años noventa, este éxito deportivo venia de la mano de una cierta estabilidad económica, el control del club lo tenía el Ayuntamiento de Santander y entidades públicas de la Comunidad Autónoma de Cantabria. En 2003  se produce un primer volantazo,  Dmitry Piterman se hace con el control del club. Este empresario de origen ucraniano y afincado en Estados Unidos decidirá esperpénticamente jugar al PC Futbol con el Racing y se nombrara a si mismo entrenador. Afortunadamente esta aventura duró un año. El Racing volvió a manos cántabras si bien los problemas económicos comenzaron a llegar en un contexto muy desfavorable en el conjunto del país. En 2011 aterriza en el Club un supuesto empresario hindú Ali Syed que prometió saldar la  galopante deuda de la entidad. Su llegada no revertió la situación y el Racing acabaría entrando en concurso de acreedores. La falta de liquidez económica provocó impagos a los jugadores, crisis institucional y descensos de categoría. El fantasma de la desaparición sobrevoló la institución.

Pero entonces apareció la esencia del club, el musculo emocional que se resignaba a claudicar, llegaron al rescate los aficionados, los seguidores que sienten a su equipo como parte de su propia esencia. Se movilizaron, aguantaron el descalabro deportivo y recapitalizaron la institución. Más de doce mil racinguistas, acudieron  a la llamada de una ampliación de capital que parecía una operación a vida o muerte en un quirófano destartalado. Ellos, los aficionados, lo consiguieron. El Racing poco a poco retorna a donde siempre debió estar, la pasada campaña consiguieron salir del pozo de la segunda B y ascender a Segunda, un paso más pero no el definitivo.

Más de doce mil racinguistas, acudieron  a la llamada de una ampliación de capital que parecía una operación a vida o muerte en un quirófano destartalado

Este año el Racing volverá a disputar partidos en la división de plata del futbol español, el primer partido ya lo han ganado, una campaña de abonos original ha inventado un nuevo termino, el “Racingueo”. La renovación de abonos está siendo masiva. Santander y Cantabria están recuperando su histórico equipo de futbol. Los avatares y la deshumanización del futbol moderno no han podido con la afición verdiblanca.

Foto Real Racing Club

“Racingueo” son muchas cosas, son esos niños pegando patadas a un balón en el patio de su casa. Es una reivindicación primaria de un fútbol añejo que tal vez siga existiendo. Un espíritu latente que revindica otra manera de vivir el deporte. El “Racingueo” es el espíritu de un Racing de todos, santanderinos, cántabros y de todos los aficionados al fútbol que revindican un fútbol integrador, amistoso y para todos, un deporte que aporte valores sanos a su comunidad. Esencialmente un fútbol humano, el fútbol con el que algunos crecimos.

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