Paco Sanz fue un jugador de los años noventa. No consiguió gran relevancia mediática. Sin embargo, tuvo un seguidor anónimo. Hoy Paco esta superando un linfoma maligno. En plena batalla recordamos aquellos años en que alguno de nosotros estuvo pendiente de él
El fútbol es un deporte generoso. A lo largo de su historia ha dado cientos y miles de historias que contar. Algunas de ellas son conocidas por todos, son portadas de los tabloides. Sin embargo, hay otras que dan para charlas entre colegas en un simple bar. El fútbol es eso, un hilo eterno de trasmisión de historias.
El mítico entrenador argentino Ángel Cappa decía que el fútbol era de los futbolistas. Verdaderamente son ellos, los futbolistas, los que decoran la historia del deporte rey. Hay relatos trágicos como el de Justin Fashanu, primer futbolista que declaró abiertamente su homosexualidad y termino abruptamente con su vida. Hay vivencias motivadoras como las de Abidal o Virginia Torrecilla que tras padecer sendos tumores se convierten en ejemplos de lucha y superación. Incluso, hay trayectorias cómicas como la de Carlos Henrique Raposo, jugador brasileño que no sabia jugar al fútbol y que se las ideó para nunca pisar un terreno de juego.
El fútbol, al fin al cabo, es una constelación de historias escritas por sus protagonistas, los futbolistas. Maradona o Cruyff escribieron emocionantes vidas que todos pudimos ver por televisión. También existen otras futbolistas que tienen atractivas historias que merecen la pena ser contadas.
Uno de esos personajes de fútbol es Paco Sanz. Hermano de Fernando, mítico jugador del Málaga y Real Madrid e hijo de Lorenzo Sanz, presidente del club blanco desde 1995 al 2000. Paco está superando un linfoma maligno con su eterna sonrisa y su conocido buen humor.
Paco Sanz se definió a sí mismo en una entrevista concedida a El País como un “jugador de futbol malo”. Sin pelos en la lengua. Su carrera futbolística fue parca, para qué engañarse. A pesar de ello jugó cinco temporadas en la primera división de nuestro fútbol. Además, vistió camisetas de míticos clubes del fútbol español como Real Oviedo, Racing de Santander o Mallorca.
Siendo un chaval, seguí con curiosidad la trayectoria de Paco Sanz. El motivo de esta extraña fijación era la amistad de Paco con mi primo Koke.
Siendo un chaval, seguí con curiosidad la trayectoria de Paco Sanz. El motivo de esta extraña fijación era la amistad de Paco con mi primo Koke. Recuerdo siendo un atormentado e inseguro adolescente pasar las navidades con mis tíos en el barrio de la Estrella de Madrid. Koke, mi primo (algo mayor que yo) es una persona con cualidades sociales innatas. Cuando él está en una reunión los focos le iluminan por completo.
No os engañaré, me encantaban aquellas reuniones familiares. Alucinaba escuchando hablar a mi primo. Sus innumerables batallas, sus viajes noventeros, sus aventuras y desventuras me hipnotizaban por completo. Escuchándole pensaba para mí, “como mola ser mayor”. Con el paso del tiempo me di cuenta que lo que molaba no era ser mayor, sino vivir la vida como lo hacia mi primo.
Hoy Paco Sanz está jugando su partido más importe. No está sudando una camiseta en ningún campo. Simplemente está escribiendo otra historia de superación que nos deja el fútbol.
En aquellas fascinantes sobremesas de navidad. En la expectante cena de nochevieja, Koke siempre tenia tiempo para contar una anécdota de Paco. Lo adoraba como buen amigo. Por todo ello durante la temporada solía curiosear si Paco era convocado o disputaba algún partido. No se prodigó mucho la verdad, pero ahí me tuvo durante años, buscándole en el periódico.
Un día me enteré por casualidad que Paco había decidido irse a jugar a Nueva York. Una nueva aventura en el extranjero. Pocos sabrán que Paco y su hermano Fernando estuvieron una temporada jugando en la Unión Española. Equipo de Santiago de Chile que viste tal cual nuestra selección de fútbol. Posiblemente es lo mas cerca que estuvo Paco de jugar con España.
Paco dejó de jugar al fútbol pronto, apenas con treinta años. Pero al poco tiempo fue nombrado presidente del Granada. Un encargo familiar que le hizo ver el fútbol desde los despachos. No duró mucho en esas labores.
Hoy Paco Sanz está jugando su partido más importe. No está sudando una camiseta en ningún campo. Simplemente está escribiendo otra historia de superación que nos deja el fútbol. Paco lucha como un jabato, sin dramas y sacando el partido adelante. Mi primo Koke, como buen amigo, está con él. El fútbol, como la amistad, llega a todas partes.
¡Animo Paco!
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