Ha comenzado una nueva edición de la Copa del Rey, el torneo mas antiguo que se juega en España que lleva la friolera de 120 ediciones, y que ha escrito alguna de las páginas mas gloriosas del futbol de este país, a pesar que la extensión de los torneos europeos y las nuevas corrientes de comercialización del fútbol parecen afectar a su propia supervivencia. Pese a todo, año tras año, consigue sobrevivir como uno de los grandes momentos de los aficionados clásicos. Se inicia una serie que intentará rememorar alguno de las mas recordadas entregas de una competición en la que las sorpresas han jalonado buena parte de su existencia

La edición de la entonces llamada Copa del Generalísimo de 1960 deparó el primer cruce de rivales madrileños en la gran final. Parecía, a priori, un duelo completamente desproporcionado. El Real Madrid arrasaba con cinco campeonatos seguidos de la reciente Copa de Europa, aunque es verdad que en la Liga española encontraba mas dificultades: el Barça de Helenio Herrera y Luis Suarez le había ganado las dos últimas ediciones, aunque los del Bernabéu se tomaron cumplida revancha en semifinales de la competición europea en la que ,posteriormente, barrieron al Frankfurt en la final; un esclarecedor 7-3, nada menos.

Por su parte el Atlético de Madrid no vivía sus mejores épocas en aquel lejano 1960. Desde la Liga de 1951 no ganaba un titulo, en algunos años había titubeado con los puestos de descenso, y esa temporada apenas había sido quinto en el campeonato de regularidad, aunque en los últimos tiempos empezaba a salir de la crisis de juego y resultados; de hecho en la 57-58 peleó el titulo de Liga hasta el final y se empezaba a apreciar el embrión de un equipo que podía volver a ser importante; en esos años se incorporan jóvenes llamados a marcar una época como Isacio Calleja, Rivilla o Adelardo y ha fichado a un defensa argentino que sorprende por su fiereza y carácter ganador, Jorge Griffa. Contaba con una delantera muy potente con Peiró, Collar, Jones, Mendoza o Vavá. Pero no disponía para la final con los dos últimos; el primero por lesión y el segundo por ser extranjero (la Copa estuvo vetada a los no nacionales hasta 1977).

Enfrente, el Real Madrid tiene a sus figuras foráneas nacionalizadas: Di Stefano y Puskas, que a pesar del paso de los años siguen siendo demoledores como ha demostrado la final europea. En semifinales se ha medido al gran especialista del campeonato copero, el Atlético de Bilbao, que de hecho le había derrotado en la final de 1958. En la ida en San Mames un 3-0 parece poner de cara el paso en la final a los vascos; pero el vendaval madridista espera revancha y vaya si la obtiene; nada menos que 8-1 en la devolución de visita a Madrid.

Con tales antecedentes parece un partido sin mucha historia. El pentacampeón de Europa además todavía no ha ganado la Copa española y muestra mucho interés en añadir ese trofeo, entonces de enorme prestigio, a su lustroso palmarés. Su último obstáculo es un Atlético que si bien siempre resulta un rival correoso no parece apto para plantarle cara y más con las ausencias que tiene: a los ya referidos se le unen los lesionados Calleja y Griffa en la defensa. Una temporada antes se han cruzado en semifinales de la Copa de Europa en las que hubo una igualdad máxima; victoria local en la ida y vuelta que provocó un necesario desempate en Zaragoza en el que el Real se impuso 2-1, no sin grandes dificultades. En definitiva un equipo arrollador frente a otro que hace una década que no gana un titulo y con bajas importantes.

José Villalonga, entrenador del Madrid en las dos primeras Copas de Europa y que con posterioridad se sentaría en el banquillo de la selección española campeona de Europa de 1964, era el entrenador colchonero. Según testimonios de los jugadores que trabajaron con él se trataba de un técnico pobre desde el punto de visto táctico, pero muy adelantado en lo referente a la preparación física de sus equipos a los que tenía como motos en una época en que ese aspecto no estaba especializado

La final es el 24 de junio en el Santiago Bernabéu (casi todas las finales se disputaban allí en esa época) y hay clara mayoría blanca en la grada. El Atlético sale con Madinabeytia, Rivilla, Callejo, Alvarito; Ramiro, Chuzo; Polo, Adelardo, Jones, Peiró y Collar. Su entrenador es José Villalonga, que lo fue del Madrid en las dos primeras Copas de Europa y con posterioridad se sentaría en el banquillo de la selección española campeona de Europa de 1964. Según testimonios de los jugadores que trabajaron con él se trataba de un técnico pobre desde el punto de visto táctico, pero muy adelantado en lo referente a la preparación física de sus equipos a los que tenía como motos en una época en que ese aspecto no estaba especializado (los preparadores físicos llegaron sobre todo en los años 70). Esto cobraría una especial relevancia en sus éxitos al frente del Atlético de Madrid, al que dotaría de una rapidez y velocidad que generaría un estilo muy reconocible en la entidad: el contragolpe para el que tenía los dos interpretes perfectos: Peiró y Collar al la que se le denominaba el “ala infernal”.

El partido se desarrolla conforme a lo previsto: ataque del Madrid y contención rojiblanca. A los veinte minutos Puskas marca un gol olímpico, de córner directo. El guión que todos presumían esta cumpliéndose a la perfección; lo cosa es saber cuando el Madrid finiquitará el asunto. Pero sucede una contrariedad, Gento, el veloz extremo cántabro, se lesiona y aunque esta renqueante al no existir cambios debe de aguantar sobre el terreno de juego. Por su parte, el Atlético empieza a volcar el juego sobre Collar, el gran rival de Gento en esos años. Ambos se trataban de extremos fabulosos y se disputaban la titularidad en la selección española, pero el hecho de jugar en el club mas poderoso dio siempre ventaja a Gento en cuanto a reconocimiento y prestigio. El descanso llega con 1-0 y un motivo de inquietud para el Real: no ha conseguido cerrar el marcador y en la practica está en inferioridad física.

En la reanudación pronto empata el Atlético. Un balón al borde del área es golpeado por Collar, se trata de un tiro imperfecto pero el meta madridista, Domínguez, se lo traga. Ambos porteros han estado desafortunados en los goles. Entonces aparece la única ventaja colchonera: su equipo es mas joven y cuenta con mayor velocidad. El Madrid ataca pero los oponentes se cierran con criterio con lo que la mayor calidad madridista se ve reducida con la fatiga de sus veteranos. Además, el Atlético asesta un nuevo golpe: en otro disparo de Collar el rechace de Domínguez es remachado por Miguel Jones. El publico asiste atónito al desenlace de la final que la mayoría daba como victoria segura merengue. Por si quedaba alguna duda en otro contragolpe fulminante Collar pasa en profundidad a Peiró que se interna con rapidez desbordando a la defensa y fusila el 1-3 definitivo. No solo es que el Atlético gane la final, sino que además concluye la misma sin apuros.

La victoria tiene varios efectos sobre la entidad que por aquel entonces jugaba en el viejo Metropolitano, cerca de Cuatro Caminos. Acaba con una sequía de casi una década amén de crear las bases de una de las épocas mas fructíferas de la entidad hasta 1977 a través de un modelo de juego que se asociara a los mejores momentos del conjunto rojiblanco: defensa de hierro y contras mortales. Ha descubierto un estilo que le permite al menos competir con el gran tiburón blanco. Un año mas tarde se repite la final, nada menos. Parece la oportunidad perfecta para la revancha, pero la historia trascurre de forma singularmente idéntica: Puskas adelanta al Madrid, pero Peiró empata. En la segunda parte dos contras fulminantes permiten al propio Peiró y a Jorge Mendoza poner tierra en el marcador y aunque Di Stefano pone algo de emoción en el mismo, este concluye 2-3. Mismos protagonistas y casi idéntico resultado. El Real Madrid que todo lo devora y al que pocos pueden parar es incapaz de ganarle al Atlético una final de la Copa. En 1962, a la tercera es la vencida y el Madrid recibe de manos de Franco el trofeo; pero el rival es el Sevilla al que derrota 2-1 con angustia: casi al final del partido los hispalenses, que se habían adelantado en el marcador, fallan una pena máxima. El meta Domínguez, al que no pocos culpan de las derrotas ante los colchoneros, ahora es el héroe. Los madridistas ya no son los reyes de Europa, pero dominaran la Liga española en los 60 con mano de hierro. Por el contrario, la Copa se le resistirá una y otra vez.

El Atlético, por su parte, vivirá años de esplendor deportivo con la base de aquel conjunto. En 1962 se alza con la Recopa de Europa a cuya final vuelve, esta vez con derrota, un año mas tarde. En el 65 vuelve a ganar la Copa y ,por fin, en 1966, esa generación dorada (Collar, Griffa, Rivilla, Mendoza, Calleja,,,,) se alza con una Liga, que además supone la despedida del Metropolitano. Un año mas tarde jugara en el estadio del Manzanares.

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