Este artículo repasa la historia de la liga española de fútbol desde sus inicios, destacando la pluralidad de equipos históricos y que han marcado historia también a nivel europeo. La creciente y mundial rivalidad entre Real Madrid y Barcelona, ha eclipsado el campeonato y al resto de sus participantes. Tendencia que se empieza a revertir en esta campaña.
Durante el pasado siglo XX, la Liga española de fútbol, como el Estado-Nación mantuvo un control casi exclusivo sobre las fronteras, el mercado de trabajo, la cultura y los medios de comunicación. Asimismo, el crecimiento de ciudades con núcleos financieros y poblacionales ingentes (la ciudad de Madrid cuenta con tres equipos en Primera División), se convierten en gérmenes de una mayor diversificación.
Este fenómeno supone dentro del terreno futbolístico, una pugna entre el fenómeno identitario en convergencia con un modelo de explotación global, con marcas cedidas a conglomerados financieros, intermediarios internacionales cada vez más externalizados y entornos deportivos con una creciente apertura hacia el exterior. Un ejemplo paradigmático lo encontramos en el Futbol Club Barcelona, vinculado en los últimos tiempos a patrocinios de Unicef o Qatar, y reduciendo el margen de actuación del Estado- Nación a un mero catalizador de interdependencias.
Esta analogía política y social, nos permite comprobar cómo las ligas nacionales de fútbol y en concreto la española, ha sufrido estos cambios hasta llegar al momento actual.
Nacida en 1928, la liga española, dependiente de la Real Federación Española de Fútbol, estaba compuesta en un principio, por solo 10 equipos, y ya la preponderancia del Madrid y Barcelona era un hecho, pese a la única victoria de un club histórico, pero menor como el Real Betis Balompié en 1935.
Nacida en 1928, la liga española, dependiente de la Real Federación Española de Fútbol, estaba compuesta en un principio, por solo 10 equipos, y ya la preponderancia del Madrid y Barcelona era un hecho, pese a la única victoria de un club histórico, pero menor como el Real Betis Balompié en 1935. Tras producirse el estallido de la Guerra Civil que produjo la ausencia de la competición, la Orden de 1940 del régimen franquista, provocó una nacionalización del campeonato tras su reanudación. La prohibición de anglicismos que abundaban terminológicamente y las limitaciones políticas hacia los equipos de Galicia, País Vasco y Cataluña, suavizadas por la publicidad positiva de estos clubes en el exterior, fue algo recurrente hasta la consolidación de la democracia en España. La limitación de jugadores extranjeros a los residentes en España superior a dos años, fue también una consigna del Régimen, hecho agravado por la prohibición de 1962, tras el desastre de la Selección en el Mundial de ese mismo año. Después del levantamiento de la misma en 1974, se fijó en dos los jugadores foráneos permitidos y desde 1984, con el nacimiento de la Liga de Fútbol Profesional desligada de la RFEF, se incrementó a tres jugadores por club.
La década de los 90, supuso un cambio cualitativo en la internacionalización de las ligas del continente europeo. Fruto del Tratado de Maastricht, llegó la Ley Bossman, que permitiría a cualquier jugador miembro de La UE, jugar en cualquier Estado Miembro sin ocupar plaza de extranjero. Este hecho, junto con la procedencia en aumento de capital financiero extranjero y con la creciente repercusión global de Madrid y Barcelona, aumentado por la rivalidad doméstica, debilitó históricos clubes como el Athletic de Bilbao, fieles a su filosofía de nutrirse de futbolistas vascos, procedentes de la inagotable cantera de Lezama. Otros clubes históricos, como el Sevilla y el Real Betis, ambos ganadores de un título liguero en la década de los 30 y 40 del siglo XX, vieron mermada su repercusión, cayendo en el abismo de descensos. Sin embargo, la década de los 80 supuso el momento álgido de los equipos vascos de la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao (los cuatro primeros campeonatos de la década fueron suyos), beneficiándose de la liga de dos puntos que no penalizaba los empates (algo fundamental en las victorias del equipo de Javier Clemente), y por la debilidad de un Barcelona que no supo gestionar el fichaje de Maradona y de un Madrid pre-quinta del Buitre.
La década de los 90, trajo, pese al carácter bipolar de la competición, algunas inesperadas sorpresas. El hábil olfato de Lendoiro, presidente del Deportivo de la Coruña de fichar jugadores brasileños sin un alto perfil mediático, pero con mucho futbol en sus botas como Bebeto o Mauro Silva, junto con una mezcla de canteranos y veteranos como Fran o Donato, alzaron al equipo gallego a la conquista del campeonato liguero en la temporada 99-2000, después del agónico subcampeonato de 1994.
La primera década del siglo actual, supuso asimismo la consagración, también a nivel europeo de un club histórico como el Valencia. Compitiendo con Madrid y Barcelona (no se debe olvidar la vibrante semifinal de Champions que eliminó a un Barcelona de Van Gaal en punto álgido de juego y dominador en los campeonatos domésticos), además de ser finalista de la actual Copa de Europa en 2000 y 2001, consiguió alzarse con dos de sus seis torneos ligueros en 2002 y 2004, gracias a la impronta desde el banquillo de Rafael Benítez y su columna vertebral oriunda, con Baraja, Albelda, Angulo o Vicente a la cabeza, que se convirtió en el eje principal de la selección nacional a principios de la década pasada.
Pero si ha habido un club capaz de discutir a lo largo de la historia el duopolio de Madrid y Barcelona, es el Atlético de Madrid, que desde su denominación Atlético Aviación, acumula 10 títulos ligueros, consiguiendo hitos como sus últimos campeonatos en 1996 y especialmente en 2014, en momentos de preponderancia casi monopolística de los dos grandes equipos nacionales, corroborado con las finales de la Champions League de 2014 y 2016.
Pero si ha habido un club capaz de discutir a lo largo de la historia el duopolio de Madrid y Barcelona, es el Atlético de Madrid, que desde su denominación Atlético Aviación, acumula 10 títulos ligueros, consiguiendo hitos como sus últimos campeonatos en 1996 y especialmente en 2014, en momentos de preponderancia casi monopolística de los dos grandes equipos nacionales, corroborado con las finales de la Champions League de 2014 y 2016.
Pese a estos ejemplos que muestran una significativa pluralidad, son Madrid y Barcelona los que marcan tendencia a nivel global, ensombreciendo al resto de los equipos a nivel nacional. Esto se vio incrementado por el desigual acceso de los derechos televisivos de estos dos clubes, superando entre ambos al resto de los clubes integrantes. En esta década, este hecho se ha visto maximizada debido a la eclosión de un Barcelona, cuya cantera ha generado la mejor generación de futbolistas con Messi, Xavi e Iniesta a la cabeza, y que continuó el exitoso precedente del equipo entrenado por Rijkaard en 2004, alzándose con los títulos ligueros de 2005 y 2006 y la Champions de ese año. Asimismo, la presidencia casi mesiánica de Florentino Pérez, ha impulsado al Real Madrid a lograr un hito histórico como son las cuatro Champions League casi consecutivas, creando una dinastía liderada por Cristiano Ronaldo. La rivalidad entre Real Madrid y Barcelona, alimentada por el duelo Messi-Ronaldo, escenificado con una puesta en escena cinematográfica, ha visibilizado dicho enfrentamiento como el acontecimiento futbolístico de mayor trascendencia del futbol global en el siglo XXI. Un duelo que eclipsó la liga española en sí misma, hasta convertir a los demás equipos en meros atrezzos a la sombra de las dos grandes superpotencias futbolísticas.
La Liga de los 100 puntos de las temporadas 2012 y 13 alcanzados por Madrid y Barcelona o la denominación de Liga escocesa por su carácter bipolar, devaluó el nivel de la clase media alta de los equipos españoles, algo desmentido por el éxito de estos a nivel europeo con la consecución de múltiples Europa League y Supercopas Europeas. El nivel futbolístico ha sido en estos últimos años de la denominada por cronistas deportivos como Ramón Besa “la otra liga”, ha alcanzado niveles paradójicamente excelsos, pese a la inferioridad mostrada ante los dos grandes.
El curso actual introduce novedades sorprendentes. La marcha de Cristiano Ronaldo a la Juventus y el débil liderazgo de Lopetegui en el Real Madrid, junto con las señales de inevitable decadencia dentro de Cam Barca, más allá de la presencia inagotable de Lionel Messi, convierte al campeonato español en el más igualado del reciente siglo XXI, retrotrayéndonos a la España postfranquista, donde equipos como Sevilla, Betis, Espanyol o Valladolid están situados en lo más alto de la clasificación. No obstante, los ocho primeros equipos están separados por menos de 6 puntos, algo impensable desde la década de los cuarenta.
El curso actual introduce novedades sorprendentes. La marcha de Cristiano Ronaldo a la Juventus y el débil liderazgo de Lopetegui en el Real Madrid, junto con las señales de inevitable decadencia dentro de Cam Barca, más allá de la presencia inagotable de Lionel Messi, convierte al campeonato español en el más igualado del reciente siglo XXI, retrotrayéndonos a la España postfranquista, donde equipos como Sevilla, Betis, Espanyol o Valladolid están situados en lo más alto de la clasificación. No obstante, los ocho primeros equipos están separados por menos de 6 puntos, algo impensable desde la década de los cuarenta.
A los argumentos antes mencionados, cabe añadir una mayor diversificación y atracción de capital extranjero hacia clubes históricos como el Valencia de Peter Lim, la apuesta de Serra Ferrer por construir un Betis legendario con un futbol de calidad con las llegadas de Lo Celso, Canales o Joao Mario, la penetración en Cornella de músculo financiero asiático, o la llegada a la presidencia del Real Valladolid del exfutbolista brasileño Ronaldo Nazario. Los pericos, actualmente, igualan la marca de puntos de la temporada 97-98 con José Antonio Camacho en el banquillo, y acechan a sus vecinos en lo alto de la clasificación con un juego que mezcla el juego combinativo de su predecesor Quique Sánchez Flores, con una mayor eficacia como locales y una solidez y rigor técnico sustentado en un mayor acoplamiento de jugadores clave como Darder, Granero o el sempiterno Sergio García. El equipo pucelano, dirigido con mano firme por Sergio, quien fuera mediocentro de aquél Superdepor que sorprendió a Europa, ha sabido contagiarse de su rigor deportivo, al igual que el Alavés de Abelardo. Tampoco se puede obviar el protagonismo de un Sevilla ya instalado en la élite, que con la batuta de Machín y el refuerzo en la delantera de un jugador con la potencialidad de André Silva, aspira a lo máximo. Todo ello convierte a la liga española en un campeonato plural y diverso como lo es el propio país, ya desprendida de ser el recipiente de lujo de una rivalidad desconocida a nivel planetario entre Madrid y Barcelona, que ha eclipsado al resto de sus contendientes. Bienvenida una mayor igualdad en la liga BBVA. Larga vida a “la otra liga”.
Este articulo ha sido escrito por Jaime Brigido Ramirez