Hay muchos tipos de fútbol. El que todo el mundo conoce y «el otro». En este escrito, el autor cuenta como lo descubrio gracias al Rayo Vallecano de Iraola.
Me maravilla el entusiasmarme por el otro futbol. El otro futbol es aquel que no debería de importarme básicamente porque no juega mi equipo; porque no me juego nada, vivo en paz mental antes, durante y después del encuentro; no hay nervios, miedo, tensión, cólera, fastidio o desanimo por la derrota, como tampoco un hambre, alegría, lágrimas o éxtasis desmedido por la victoria; no hay meme, comentario burlón, nota de diario o comentario de experto que pueda hundirme por el resto de la semana, como tampoco gif de gol, resumen de partido o comentario de especialista que pueda compartir en todos los grupos de WhatsApp hasta el cansancio.
El otro futbol implica muchas veces falta de afección por el escudo, no saber distinguir de manera correcta el patrón de colores en una camiseta, el dejar pasar aquello de no saber la alineación completa de los once en cancha ni de quienes aguardan en el banquillo o no fueron convocados, el no saber distinguir a un jugador, a aquellos que tienen mismo apellido, rasgos físicos o que comparten o intercambian posición en la cancha. El otro futbol te permite vivir de manera distinta, o, mejor dicho, te permite vivir como deberíamos vivir todo tipo de futbol en general, resulta algo sumamente liberador, porque el otro futbol es el que se juega fuera del horario prime, es modesto el ruido que provoca en redes sociales y que cuando resalta es para ser etiquetado de hazana o historia curiosa que vive solo lo que dure la tendencia o hasta que aparezca alguna otra más reciente.
El otro futbol, hace que valga la pena navegar por paginas de internet llenos de anuncios (y virus), verlo en idioma original como en extranjero (algo como griego), porque al final resulta atractivo, te deja una agradable sonrisa y el deseo de ver más el próximo fin de semana. Ese futbol, el otro futbol, lo encontré en el Rayo Vallecano de Iraola.
El otro futbol se haya en otro nivel, es aquel que está lejos de lo monótono que se ha convertido la “competición” por la cima del campeonato, en la que los ganadores se repiten una y otra vez, que se han recorrido tantas veces la cancha dando la vuelta olímpica que han hecho el número de kilómetros necesarios como para poder inscribirse a una maratón, lo normal sería que también la ganasen, se les etiqueta de fueras de serie, androides, dioses o leyendas. El otro futbol está por debajo de los de arriba, pero no muy por encima de los de abajo. El otro futbol ve de cerca el peligro, este futbol hace latir el corazón al ritmo de los minutos y de los cambios de posición en la tabla que definen la salvación o el descenso para la siguiente temporada, salvar la categoría de último minuto no puede compararse a la angustia de los minutos finales por ser campeón, no lo sé; a este otro futbol no le cuentan lo que es vivir en Segunda, porque ya ha pasado por allí en más de una ocasión, probablemene sea el futbol de mayor aprendizaje, probablemente, no lo sé.
Para muchos (y me incluyo) creemos que este otro futbol se juega a ritmo medio, poco nivel, poca intensidad, que los equipos navegan con vela a media asta, por mitad de tabla; este otro futbol tiene sus propios tiempos, objetivos y entendimiento por el juego, aunque las reglas sean las mismas para todos, sabe lo que es la victoria como lo que conlleva y genera la derrota. Los equipos que profesan este otro futbol se dicen que aportan poco o nada al interés, que, si los grandes se hubiesen retirado a hacer su propio campeonato élite qué pudiese haberles quedado a ellos, se dice que este otro futbol vive estático, sin embargo esta allí presente, fundamental para el equilibrio de una liga desequilibrada, trabajo, esfuerzo y compromiso de jugadores, técnicos, directivos y aficiones.
Este futbol, el otro futbol o inclusive con mayor pasión y de una manera mucho más autentica; se puede disfrutar yendo a la cancha, como estando en casa o en bar; que se convierte en un excelente plan para pasar tiempo solo como acompañado. El otro futbol levanta cejas y la gente de sus asientos de pura emoción por el juego, deja de lado cualquier tipo de distracción por noventa minutos, genera conversaciones diciendo lo bueno que son en general o aquel chico, alabando alguna jugada, celebrando algún gol, como también alguna entrada o acción en defensa que evita que entre la pelota al fondo de la red. Ese futbol, el otro futbol, hace que valga la pena navegar por paginas de internet llenos de anuncios (y virus), verlo en idioma original como en extranjero (algo como griego), porque al final resulta atractivo, te deja una agradable sonrisa y el deseo de ver más el próximo fin de semana. Ese futbol, el otro futbol, lo encontré en el Rayo Vallecano de Iraola.
Nuestra primera vez fue mera casualidad, en una tarde de sábado, clima agradable y un sol brillante (algo poco común en el sitio en el que vivo) decidí tomar la sabia decisión de quedarme en casa, revisé la agenda en el móvil buscando algo que me resultase interesante de ver, Rayo Vallecano recibiendo al Girona, había escuchado algo del Rayo y de su técnico anteriormente, qué partido, dos grandes goles, coraje, espíritu, idea de equipo, que teniendo un penal a favor intentaron la jugada popularizada por Cruyff y Olsen, fallaron el tiro pero me convencieron; Girona no solo lo empató, pudo haberlo ganado, el equipo perdió aire a mitad del segundo tiempo, hubo nervios por saber porqué el árbitro tardaba tanto en pitar el final del encuentro, después de eso, un poco de tranquilidad, preguntas, cuestiones sobre la ventaja perdida por supuesto, pero aún con gratitud por proponer y jugar otro futbol.
Este otro futbol es más de errores que de aciertos, después del Girona vinieron derrotas, empates y victorias, en ese orden por acumulación de resultados, pero Iraola y el Rayo seguían jugando un futbol agradable y entretenido, Isí, Óscar Trejo, Fran García, Camello, Comesaña, Catena, Dimitrievski, estos chicos con Iraola me hace disfrutar del futbol, del otro futbol, que no digo que no puedan emocionarme también clubes como Osasuna, la Real, el Athletic o el Villareal, probablemente también lo hagan, decido quedarme con este Rayo, que puedo acertar o equivocarme claro, no lo sé.
Este otro futbol, el futbol del Rayo de Iraola da gratas sorpresas como la victoria en casa ante el Barcelona, como inesperadas sorpresas como caer goleado en casa del Elche, polivalente, poco cierto, al filo de lo que ocurra los noventa minutos de juego, bien o mal, un gusto verlo jugar, porque el Rayo de Iraola vive en estado futbol, justo en medio, en equilibrio, en otro futbol que antepone el corazón, las ganas, el coraje, la valentía y lo gallardo con mayor riesgo a la derrota que al triunfo. El Rayo Vallecano con este Iraola me hace entusiasmarme por este otro futbol, porque el futbol no hace otra cosa que hacer nuestra vida un poco más feliz. Una vida mejor con otro futbol.