El Deportivo, un histórico de nuestro fútbol ha descendido a Segunda División B. Un equipo que no hace tanto peleaba con los grandes de España y Europa. Recordamos aquellos años del Super Depor, momentos inolvidables para toda un generación de futboleros. 

Hay cuestiones de las que nunca te gustaría escribir. El fútbol también las tiene. Hay pasajes de nuestro querido deporte que han sido trágicos. Nicky Hornby en su mítico libro “Fiebre en las gradas”, relataba la vergüenza que sintió viendo la tragedia del Estadio de Heysel, aquella pesadilla donde murieron decenas de “tifosis” consecuencia de los aluviones provocados por hooligans ingleses. Nicky, ingles de nacimiento y profesor aquel día, presenció los fatales acontecimientos junto con sus alumnos italianos.

En el fútbol la desventura se ha manifestado de muchas y calamitosas formas, la violencia ultra, bengalas revestidas de proyectil, avalanchas, muertes súbitas inesperadas. Un corolario de desdichas que ponen de manifiesto la relativa importancia de un espectáculo deportivo.

El final de esta extraña temporada futbolística nos ha dejado una de estas “tragedias” que se analizan desde lo sentimental y no desde lo racional. El mítico Deportivo de la Coruña ha descendido a Segunda División B.

Sin embargo, el aficionado al fútbol es sentimental y poco racional. El propio Hornby relata la desdicha que sentía cuando el Arsenal fracasaba futbolísticamente. Él mismo era consciente que la pérdida de un partido conllevaba un carrusel de emociones muy poco gratificantes. La lucidez y la racionalidad suelen aparecer más tarde. Pocas cosas trascendentales se pierden cuando tu equipo no gana. Las tragedias en el fútbol han sido otras, nunca derrotas deportivas.

El final de esta extraña temporada futbolística nos ha dejado una de estas “tragedias” que se analizan desde lo sentimental y no desde lo racional. El mítico Deportivo de la Coruña ha descendido a Segunda B. Es decir, abandona el fútbol profesional. Cae estrepitosamente en un pozo en el que cuesta mucho sobrevivir.

La realidad es cruel, el gran Super Depor de los años noventa y de principios de siglo, está cada vez más cerca de desaparecer. Sí, de morir definitivamente. Una muerte que no la catalogaríamos como tragedia humana (obviamente) pero que hará mucho daño a los aficionados al fútbol. No solo sufrirán los propios seguidores deportivistas, también lo hará una generación de futboleros nacidos en los ochenta y noventa que disfrutaron de unos “rapaces” vestidos de azul y blanco que desordenaron por completo el fútbol español y europeo.

Fran celebra gol al Milan. Foto Marca

De hecho, es compresible que incluso en Vigo y en el celtismo, eternos rivales del Deportivo, la desaparición del enemigo coruñés, les deje huérfanos de una parte de su esencia. Se acabaría para siempre el derby gallego por antonomasia, “O Noso Derby”. Borraría de un plumazo una rivalidad histórica y bonita de nuestro fútbol. La periodista Lucia Taboada “ilustre” celtiña escribió en su libro “Como siempre lo de Siempre” una fraternal frase que decía “Tener al Depor cerca, con su sombra pomposa nos hace mejores. Y los derbis nos hacen mejores a ambos”.

Personalmente, el descenso a Segunda B del Deportivo fue impactante. Nací y crecí en Madrid en el seno de una familia de origen gallego. Mi madre, mis tíos y mis primos ejercían activamente de gallegos, mi infancia se desarrolló en esa atmósfera. El Super Depor de Arsenio Iglesias, con jugadores emblemáticos como Bebeto, Mauro Silva, Donato o Fran fue una bandera de orgullo para mi familia y para muchos de los gallegos que vivían en Madrid.

Arsenio Iglesias. Foto Marca

El Super Depor está muy presente en los recuerdos de mi niñez. El famoso penalti de Djuckic, que privó a aquel equipo de conquistar la Liga, lo viví en familia. En mi casa estaba todo preparado para la fiesta, pero desgraciadamente el Champan se resfrió. Al poco tiempo los chicos de Arsenio ganarían la Copa de Rey. Una final jugada dos veces por una tormenta que lleno de olas el Santiago Bernabéu. No vi ese partido, pero recuerdo que durante esos días mi casa se llenó de familiares que viajaban al evento.

Años más tarde, un Deportivo más musculado y con más pedigrí, finalmente ganó la Liga. Lo entrenaba Javier Irureta, seguían peloteando Mauro Silva, Donato y Fran. Llegaron nuevos jugadores como Mackay, Djalminha, Victor o Manuel Pablo. Fueron años de zozobra y mi familia orgullosa alardeaba de deportivismo por la ciudad.

Fran recibe el trofeo de Campeón de Liga. Foto El Mundo

Creo que si hubo un momento donde orgullosamente mi madre se sintió agradecida a su Deportivo fue en la final del “Centenariazo”. Todo estaba preparado para que el Real Madrid se llevará ese año la Copa del Rey, la final se jugaba en el Santiago Bernabéu, el día en que la entidad merengue cumplía cien años. El Depor iba de comparsa invitada a la fiesta, pero finalmente fueron los gallegos los que levantaron la Copa. Ese partido lo vi en las gradas del Santiago Bernabéu, con toda la hinchada blanquiazul. Junto a mí, mi familia, mis primas y mi madre, palpitando en éxtasis, nunca antes, ni después vi tanta euforia en sus rostros.

El Deportivo Campeon de Copa “Centenariazo”. Foto El Desmarque

Ese equipo del Deportivo doblegó a los grandes de Europa, dirigidos por dos sublimes jugadores como Valerón y Tristán, vencieron en el campo de la Juve, del Arsenal, del Manchester United y del Bayer de Munich. Las épicas remontadas europeas en Riazor quedaran en la memoria de una generación entera de futboleros. Quién no recuerda aquel partido contra el PSG. Los coruñeses perdían por tres goles a cero al descanso y al final del partido salieron victoriosos por cuatro goles a tres.

Pero si hay una noche de fútbol europeo que se recuerda en La Coruña esa fue la del 7 de abril de 2004. Aquel día, el Deportivo remontó cuatro goles al AC Milan, en ese momento campeón de Europa. Los goles de Pandiani, Valerón, Luque y Fran (eterno siempre) llevaron a la locura a una ciudad entera y a un país que se frotaba los ojos con lo que estaba viendo. Ese año el Deportivo pudo ser campeón de Europa, pero el Oporto de Mourinho lo despertó de su sueño.

El Deportivo campeón solo existe en fabulas del pasado. Culpa de muchos, consuelo de ninguno. El futuro es incierto, la desaparición una posible realidad.

Fueron años gloriosos en La Coruña, mi familia los disfrutó con orgullo y pasión. Poco a poco el Deportivo fue perdiendo glamour, un primer descenso con Lotina y una deuda inabarcable llevaron al conjunto gallego a una irrelevancia futbolística a la que ya no estaba acostumbrado. La felicidad vivida por los deportivistas en los años de gloria fue tan grande que nunca reprocharon nada, mi familia tampoco lo hizo. Con el mismo entusiasmo y la misma lealtad cambiaron finales de Copa por visitas a Alcorcón.

Este último descenso es un paso más hacia una decadencia irreversible. El Deportivo campeón solo existe en fabulas del pasado. Culpa de muchos, consuelo de ninguno. El futuro es incierto, la desaparición una posible realidad. El fútbol, mi fútbol, no sería igual sin el Depor. Puede que hoy este más chamuscado que nunca, pero todavía no se le ha incinerado. Sinceramente no quiero ver un Deportivo convertido en cenizas.

4 thoughts on “El Depor y sus cenizas

  1. Hubo una época en que al Depor se le consideraba uno de esos equipos “ascensor” que se movía entre Primera y Segunda. Luego vino su gran momento, convirtiéndose en uno de los grandes. Y ahora desciende a Segunda B. Una verdadera lástima y una gran pérdida para su afición y para los que recordamos aquellos años de equipo campeón. Pero como dice Luis Fernández, autor de este buen artículo, aún no se le ha incinerado y ojalá pronto pueda regresar a la élite del fútbol. Lo deseo.

    1. Gracias por tu comentario Leopoldo. El Depor pasó de ser un equipo ascensor a ganar la Liga, una locura. Se dijo del Depor que era el segundo equipo de los españoles. Ahora verlo descender a Segunda B se nos hará extraño. Como bien dices, ojalá vuelva pronto

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