Hacemos un análisis de las rivalidades más importantes del fútbol español. Los derbis son parte de nuestra cultura futbolística y además han aportado mucho nivel a nuestro fútbol. Repasamos las ciudades y los territorios de España que tienen derbis históricos.

Michel Platini dijo una vez que  “un equipo de futbol representa una manera de ser, una cultura”. La contúndete frase del exjugador francés parte de un concepto de “cultura” basado en la existencia de pautas y conductas comunes dentro de un grupo social.  Si vamos un paso más allá en el análisis  de cultura y grupo social vemos que un individuo mimetizado en una cultura al entrar en contacto con otro medio social frecuentemente muestra cierta incapacidad de asimilar la cultura diferente. Este hecho en antropología y en sociología se denomina “Choque cultural”. En el mundo del futbol el “choque cultural” se denomina Derbi.

Los derbis del futbol son la rivalidad, la esencia misma del juego, la superación de un adversario con el que se convive en el día a día, se le “odia” pero al que al mismo tiempo se le necesita. Son rivalidades cercanas, que comparten un mismo espacio ya sea una región o una misma urbe.

En España, a parte de la gran rivalidad de los “clásicos” entre  F.C. Barcelona Y Real Madrid, existen multitud de derbis que llenan de colores la paleta pictórica del futbol español. En  nuestro país los derbis son de todo tipo, los hay urbanos, regionales e incluso insulares.

Los derbis del futbol son la rivalidad, la esencia misma del juego, la superación de un adversario con el que se convive en el día a día, se le “odia” pero al que al mismo tiempo se le necesita

En Galicia el derbi es sin lugar a duda una disputa por la representatividad. Tanto el Deportivo de la Coruña como el Celta de Vigo se han subrogado siempre para si la representatividad autentica y esencial de Galicia. En el fragor de estos debates el expresidente del Super Depor, Augusto Cesar Lendoiro, solía responder a la afición viguesa que para su desgracia tras las fiestas de “O noso dedrby” (termino con el que se identifica el partido entre Deportivo y Celta) no podía conducir porque llevaba seis copas de más en clara alusión a los seis títulos que tiene el Depor en contraste con las vitrinas vacías del equipo vigués.

En Asturias, sus derbis, suelen ir regados de sidra. Hasta la profunda crisis que sumergió al Oviedo en el barrizal de tercera división, los partidos entre el Sporting de Gijón y Real Oviedo reflejaban una rivalidad eléctrica entre dos ciudades que comparten un mismo principado pero que son antagónicas en todo. El Sporting, club canterano que lleva a gala el estandarte de su Escuela de Futbol “Mareo” es el equipo de una ciudad portuaria, fabril e industrial. Mientras el Real Oviedo, es el equipo de la bellísima capital de la Región, señorial y burguesa, que ha luchado por mantener vivo a su histórico equipo de futbol. Para la desgracia de los aficionados españoles hoy este derbi se juega en segunda división, si bien se juega, porque durante más de catorce años y debido al periplo del Real Oviedo por las divisiones de ultratumba no pudo disputarse.

Derbi asturiano en el Molinon

En el País Vasco, el derbi es rivalidad armónica. Athletic Club de Bilbao y Real Sociedad son dos instituciones futbolísticas de rivalidad deportiva extrema. El modelo que mantiene el equipo vizcaíno (solo puede contratar jugadores criados o con orígenes en el País Vasco, incluida la parte francesa) ha hecho que las relaciones entre ambos clubes tengan momentos de extrema tensión. La contratación del canterano realista Joseba Etxeberria por el Athletic en 1995 fue uno de los mayores exponentes de estas fricciones. Si bien, las desavenencias institucionales nunca han provocado tensiones entre los aficionados. El derbi vasco rezuma buen ambiente, las previas suelen provocar mareas de aficionados bilbaínos y donostiarras entremezclados y regados con Txakoli degustando “pintxos” o disfrutando de la buena gastronomía vasca. Una de las fotos históricas que nos ha dejado el derbi vasco es la instantánea de Iribar y Kortabarria, capitanes de Athletic y Real Sociedad, portando la “Ikurriña” en la previa del derbi vasco disputado en el antiguo campo de Atocha el  5 de diciembre de 1976. Eran los años de la Transición política en España, Franco había muerto hacía apenas un año y el debate público y político empujaba a la recuperación de las libertades democráticas. Símbolos identitarios como la “Ikurriña”, seguían prohibidos ese 5 de diciembre de 1976. La imagen de los dos equipos vascos con su bandera fue  una imagen de gran potencialidad y ayudó a que ese emblema fuera legalizado y permitido para su uso público pocos meses después.

Foto del derby de la Ikurriña 1976

Un derbi peculiar que tenemos en el futbol español, es el derbi canario entre Tenerife y Unión Deportiva Las Palmas. No es un mero derbi regional, no enfrente únicamente a dos ciudades, en estos partidos la rivalidad trasciende a dos islas. El derbi canario es un derbi de calidad futbolística, de jugadores de clase como Rubén Castro o Valeron. Es un derbi  muy imprevisible con mucha paridad en lo que se refiere a nivel futbolístico.

Las cuatro ciudades más pobladas de España, Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, han tenido capacidad para mantener históricamente dos equipos cada una (incluso tres en el caso de Madrid) en la elite del futbol español. Profundizando en la idiosincrasia de los derbis de estas ciudades podemos observar como en Barcelona y Valencia, los derbis parten de una desigualdad importante en cuanto al número de seguidores de los clubes en la ciudad.

Las cuatro ciudades más pobladas de España, Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, han tenido capacidad para mantener históricamente dos equipos cada una en la élite del fútbol español. En Barcelona y Valencia, los derbis parten de una desigualdad importante 

En Barcelona la relevancia del Barça es incuestionable por el Espanyol. Los seguidores pericos son una minoría, fiel y leal, pero minoría grande. A pesar de contar con grandes diferencia tanto a nivel deportivo como en masa social, el Espanyol  compite los derbis de la ciudad condal con bastante igualdad. Famoso fue el “Tamudazo” (gol de Raúl Tamudo jugador del Espanyol al Barcelona) que privó al Barça de ganar una Liga que disputaba contra el Real Madrid. Un estudio del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat de Cataluña realizado en marzo de 2017 evidenciaba que solo el 3,6% de los catalanes se definía como seguidor del Espanyol, mientras el Barça era el equipo predilecto para un 77,5% de los catalanes. Esta fuerte diferencia en el número de seguidores difumina la relevancia del derbi de Barcelona.

En Valencia la representatividad de la ciudad  está muy asociada al Valencia C.F. El Levante Unión Deportiva es un equipo de implantación en la periferia marítima del puerto de Valencia, su estadio se encuentra en la barriada de Orriols. Sin embargo en el resto de la ciudad el sentimiento hacia el conjunto che es muy hegemónico. Deportivamente el Valencia C.F. ha dominado los derbis con cierta claridad, sin embargo en los últimos años, el Levante ha conseguido batir al conjunto blanquinegro para alegría de sus aficionados.

En Madrid, el derby de la Mahou es posiblemente el derbi de mayor nivel futbolístico de nuestro país. Real Madrid y Atlético de Madrid han disputados multitud de partidos y en muchos de ellos con un título en juego. De hecho, Madrid es la única ciudad europea con el honor de haber monopolizados con sus equipos tres finales europeas, Las Champions League de 2014 y 2016 disputadas en Lisboa y Milán  respectivamente, ganadas por el Real Madrid y la Supercopa de Europa del pasado mes de agosto ganada por el Atlético de Madrid. El derbi madrileño es un derbi de bar, de escuela y de oficina, en definitiva es la rivalidad del espacio común de la ciudad. Los aficionados merengues y colchoneros conviven en el día a día, dentro de las familias y en los grupos de amigos. Es una rivalidad intensa y en la mayoría de los casos pacífica y amistosa.

Sin embargo si hay un derbi especial en nuestro país ese es el derbi hispalense. Sevilla y Betis, disputan el partido de rivalidad más especial de nuestro fútbol. Estos paridos ya son parte de la idiosincrasia de la ciudad una nota más en la banda sonara de una ciudad que ya de por si es muy especial.

La ciudad de Sevilla ha dado a nuestro fútbol un derbi, que es un auténtico tesoro futbolístico. De hecho es después del clásico el partido más exportable en cuotas televisivas. Dos clubes históricos, con títulos en sus vitrinas, con gran nivel futbolístico tanto en España como en Europa. Dos grandes canteras con jugadores ofensivos como Joaquin y Jesus Navas. Dos Estadios pasionales de ruido eléctrico y grito armonioso. Todos estos ingredientes se juntan para hacer el derbi más bonito, más especial y más intenso que puede ver una futbolero en nuestro país. La pasión es lo que define los Sevilla Betis. Las hinchadas viven el partido como si no hubiera un mañana porque el día después de un derbi sevillano puede ser muy duro sino se ha ganado. La rivalidad es fuerte y en muchos casos atávica, las filiaciones a los equipos suelen vincularse en la familia, en los barrios incluso en los propios clanes. Se es de uno y se es contra el otro, es rivalidad pura, exigente y constante. Todos estos ingredientes los adereza el sentido del humor, elemento básico de la sevillanía, “la guasa” puede servir para endulzar las derrotas y amargar las victorias pero también puede ser una potente arma que desgarre paulatinamente una rivalidad acordonada.

La rivalidad sevillana es una constante, esta rivalidad no ha impidió ver el bonito apoyo de la afición bética a sus vecinos sevillistas cuando el jugador del Sevilla Antonio Puerta fallecía en pleno partido de fútbol. Actos que ejemplifican una rivalidad bien entendida. Como repite Jorge Valdano “El fútbol es los más importante de las cosas menos importantes”.

El fútbol español le debe mucho a sus derbis. Partidos intensos  y pasionales, con alegrías y tristezas que revindican la identidad del club pero que en líneas generales se basa en el respeto al rival y al contrario.

El fútbol español le debe mucho a sus derbis. Partidos intensos y pasionales, con alegrías y tristezas que revindican la identidad del club pero que en líneas generales se basa en el respeto al rival y al contrario. La sana rivalidad y la necesidad de superar al vecino han beneficiado a los propios clubes y en general a todo el  fútbol español en su conjunto.

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