El derbi madrileño acabo en polémica. Esta vez no fueron asuntos futbolísticos. Gritos racistas, campañas mediáticas. Reflexionamos sobre los hechos  acontecidos esta ultima semana.

El Millwall FC, es el equipo mas denostado del fútbol inglés. Este popular club del sudeste de Londres está asociado a la conducta violenta, xenófoba y homófoba de sus aficionados. Sus hooligans son considerados los más peligrosos del Reino Unido. En definitiva, el Millawall es más conocido por su terrible afición que por sus éxitos deportivos.

La estigmatización del Millwall se produjo durante décadas. Un proceso de demonización en que influyeron intencionadas campañas mediáticas. Muchas de ellas con claro carácter manipulativo. El Millwall es el club de un barrio degradado de Londres. Sus gentes son el exponente de una vieja clase trabajadora en decadencia. Una comunidad sin glamur a la que es fácil difamar. Sobre todo, cuando se la mira desde otras latitudes.

En 1977 un programa de la BBC identificó a miembros del partido posfascista, National Front, vendiendo material del Millwall en los aledaños del Estadio. Fue una primera vinculación. Conectando el club con los elementos más nocivos del hooliganismo y del extremismo político. A pesar de que la policía y las autoridades gubernamentales desmintieron aquella conexión, la afición del Millwall, empezó a ser asociada con los movimientos xenófobos y fascista de Inglaterra.

Meses después, periódicos sensacionalistas como Mirror y The Sun, agudizaron el relato racista que acompañaba al Millwall. Se llegó a escribir que más de la mitad de los aficionados del Millwal eran miembros del Ku Klux Klan. Algo difícil de sostener ya que aquella organización apenas tenía simpatizantes en el Reino Unido. Incluso cuando los seguidores del Charlton asaltaron y mataron a un joven aficionado de origen africano la prensa sensacionalista acusó de los hechos a seguidores del Millwall.

Las campañas de estigmatización de la afición del Millwall fueron contraproducentes. La exposición mediática potenció el sentimiento de pertenencia al club. Pero por desgracia esta pertenencia fue asociada con una ideología radical que en los ochenta y noventa era minoritaria en la comunidad del Millwal.

Con el paso de los años cada incidente en un partido del Millwal fue amplificado. Las etiquetas de violencia, fascismo y racismo no se desvinculaban del club del sudeste de Londres. Las campañas de estigmatización de la afición del Millwall fueron contraproducentes. La exposición mediática potenció el sentimiento de pertenencia al club. Pero por desgracia esta pertenencia fue asociada con una ideología radical que en los ochenta y noventa era minoritaria en la comunidad del Millwal.

En esta última semana, mucho se ha escrito del Atlético de Madrid y su afición. Evidentemente hay grandes diferencias entre el Atleti, sus aficionados y el Millwall. Si bien, parece oportuno recordar la historia de estigmatización sufrida por el club inglés. Una campaña de desprestigio que tuvo efectos contraproducentes. Un exceso de comunicación frívola trasladó al club londinense al territorio del radicalismo y la xenofobia.

En primer lugar, hay que entender el racismo como un problema muy grave. Extremadamente grave. La solución a esta lacra no pasara nunca por campañas ligeras donde se anteponen las predilecciones y las rivalidades futbolísticas. Es intolerable realizar gritos racistas contra un futbolista rival. Pero igualmente inadmisible es usar el racismo para desprestigiar a un club y al conjunto de su afición.

El domingo, antes del derbi madrileño, un video mostraba a un grupo de aficionados del Atlético de Madrid insultando a Vinicius con soflamas racistas. Estos actos son inadmisibles, inaceptables, pero sobre todo insoportables. El racismo no cabe en el fútbol, ni en el Atleti, ni en la sociedad.  El club, del que soy socio y aficionado, deber ser inmisericorde con lo sucedido. Lo va a ser, que nadie tenga dudas.

La campaña de desprestigio a la que se ha sometido a la totalidad de la afición colchonera, por estos ruines actos racistas, no forman parte de la solución del problema. De hecho, forman parte del problema.

El Atlético de Madrid no es el Millwall. Ni mucho menos. Los que sentimos este club como algo propio no estamos dispuestos a que un grupo minoritario de racistas se apropien de la representación de nuestro club. Pero tampoco podemos tolerar la manipulación que ciertos medios de comunicación están realizando sobre el conjunto de los seguidores colchoneros. Los aficionados racistas son minoría en el Atlético de Madrid, decir lo contrario o generalizar, es difamar y faltar a la verdad. Estas campañas tienen una clara intención difamadora y desestabilizadora. Intentando injustamente colgarle la etiqueta de racista a todo el Atlético de Madrid y su afición.

Es bueno recordar que ese mismo domingo a escasos doscientos metros del aquelarre xenófobo contra Vinicius, miles de aficionados colchoneros disfrutaban de una tarde de derbi en familia. Porque las previas de partido en el Metropolitano se disfrutan en familia. Camas elásticas, castillos hinchables, juegos diversos, terrazas y música en directo amenizan cualquier partido de fútbol colchonero.  Y sin lugar a duda son más, mucho más, los aficionados rojiblancos de espíritu pacífico. Que a nadie se le olvide, ser del Atleti es una manera diferente de vivir la vida. Una manera virtuosa que nada tiene que ver con el racismo, la violencia o la intolerancia.

La historia del Atlético de Madrid no deja espacio al racismo. Un equipo centenario, integrador, punto de encuentro de millones de personas. Un club que tiene entre sus leyendas a Ben Barek, Mendonça o Luiz Pereira.

Son muchos e importantes las celebridades que se identifican con las rayas canallas del Atleti de Madrid. Referentes intelectuales y culturales que difícilmente podrían anidar en una institución xenófoba. José Luis Garci, Leiva, Sabina o Almudena Grandes no pueden ser difamados por el albur de una campaña mediática frívola.

La historia del Atlético de Madrid no deja espacio al racismo. Un equipo centenario, integrador, punto de encuentro de millones de personas. Un club que tiene entre sus leyendas a Ben Barek, Mendonça o Luiz Pereira.

El racismo, la xenofobia y la intolerancia no pueden tener espacio en la sociedad, en el fútbol, ni en el Atlético de Madrid. De ninguna manera el racismo debe vincularse con el Atleti. Los gritos racistas sobran y las campañas mediáticas de difamación también.

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