“El deporte tiene el poder de transformar el mundo. Tiene el poder de inspirar, de unir a la gente como pocas otras cosas… Tiene más capacidad que los gobiernos de derribar barreras sociales”.

Nelson Mandela.

En las últimas semanas el mundo del fútbol nos ha dejado dos escenas preocupantes. Dos momentos que ponen de manifiesto que en nuestro querido deporte siguen produciéndose conductas racistas. Erradicarlas debe ser un objetivo de todos, aficionados, clubes, jugadores, árbitros etc.

Una de estas reprochables escenas sucedió en nuestro país, concretamente en Barcelona. Algunos aficionados del Espanyol profirieron gritos racistas contra el jugador del Athletic Club, Iñaki Williams. El jugador bilbaíno abandonaba el terreno de juego tras ser sustituido. En ese preciso momento, un sector de aficionados (cuesta mucho calificarles como aficionados honestamente) simuló los sonidos de los primates. Williams les reprochó esta conducta y denunció los hechos públicamente.

Iñaki Williams abandonando el terreno de juego del RCDE Stadium. Foto Mediterráneo Digital

El otro momento crítico nos lleva a nuestro país vecino. En Portugal, Marega, jugador del Oporto decidió marcharse del campo tras recibir insultos racistas por parte de la hinchada del Guimarães. La escena fue cuanto menos desagradable. El desconsuelo del jugador francés fue interpretado de forma diversa por sus compañeros de profesión y árbitro del partido.

En ciertos momentos parecía que el jugador del Oporto no estaba recibiendo la empatía que reclamaba. Los jugadores y árbitro del partido le solicitaron en reiteradas ocasiones que no abandonara el campo. Tal vez, Marega necesitaba que sus compañeros abandonaran el campo con él. Una Liga, tres puntos o un partido de fútbol no están por encima de comportamientos indignos. Actos que atentan contra valores universales como la no discriminación por motivos raciales.

Foto de Marega intentando abandonar el partido contra el Guimaraes. Foto de La Vanguardia

La culpabilidad de los actos racistas son de aquellas personas que los cometen, no lo olvidemos. Sin embargo, la erradicación de comportamientos xenófobos es responsabilidad de la sociedad en su conjunto. El mundo del fútbol debe ser contundente ante cualquier acto racista. Hoy en día, los jugadores de fútbol son referentes para muchos niños y jóvenes.

Cuando un jugador de fútbol sufre un acto de xenofobia en el transcurso de un partido debería recibir el apoyo unánime del colectivo de futbolistas. Marega decidió abandonar el campo de fútbol voluntariamente. El resto de compañeros, no le secundaron. Marega se quedó solo. Evidentemente sus compañeros de profesión no son los culpables de los hechos, pero es el momento de exigir a los futbolistas valentía. Ninguna expresión de racismo debe ser tolerada.

Cuando un jugador de fútbol sufre un acto de xenofobia en el transcurso de un partido debería recibir el apoyo unánime del colectivo de futbolistas.

En 2006, el futbolista Samuel Eto´o estuvo a punto de abandonar un campo de fútbol. Fue en la Romareda, un grupo de seguidores del Zaragoza le insultaba con gritos racistas. Ese día, Deco, Ronaldinho y Everton, jugador rival, secundaron al camerunés. El colegiado del partido, refrendó a los jugadores y comunicó que suspendería el partido si los actos continuaban. El momento fue tenso, pero finalmente el partido se reanudó. Visto con perspectiva, tal vez, se perdió una oportunidad. Si ese día en Zaragoza los jugadores hubieran abandonado el campo se hubiera mostrado una rebeldía total ante comportamientos intolerables. Hubiéramos presenciado un acto que superara la competición deportiva revindicando la convivencia y los derechos humanos.

Eto´o abandonado el campo, 2006 Zaragoza. Foto El País

El fútbol debe entenderse como un deporte integrador. Es ante todo una poderosa arma que la sociedad tiene para romper estereotipos y discriminaciones de raza, género y condición sexual. No puede haber amparo a la violencia ni al racismo en este deporte.

Muchas han sido las medidas tomadas por el conjunto del fútbol para luchar contra el racismo. Las Federaciones Internacionales lanzan campañas constantes para concienciar a los aficionados de lo nocivo del racismo y la xenofobia. En nuestro país, hay una evolución clara a la hora de tratar estos hechos. La Liga de Fútbol Profesional y la Federación de Fútbol han elaborado protocolos de actuación para este tipo de casos. Entre las medidas y sanciones se recoge suspender partidos e incluso el cierre de Estadios.

Todas estas medidas son positivas pero visto los hechos de las últimas semanas parecen insuficientes. El fútbol español tiene que ser proactivo en la creación de una cultura “futbolera” pacifica, sana y tolerante. Los clubes y los propios aficionados deben ser conscientes que esto también les interpele a ellos mismos.

Todas estas medidas son positivas pero visto los hechos de las últimas semanas parecen insuficientes. El fútbol español tiene que ser proactivo en la creación de una cultura “futbolera” pacifica, sana y tolerante.

Real Madrid y el FC Barcelona, los dos clubes referenciales de nuestro fútbol han expulsado de sus Estadios a sus grupos ultras, colectivos violentos y xenófobos. Medidas de este tipo podían ser secundadas por mas equipos. Animar y disfrutar del fútbol no puede asociarse a la cultura de la violencia y la intolerancia.

El día que se consigan erradicar por completo las conductas racistas del fútbol se habrá conseguido dar un paso gigantesco en la erradicación total de esta lacra. Como decía Nelson Mandela el deporte puede mejor que nadie derribar barreras sociales.

Por todo ello desde Esférico abogamos por un fútbol integrador y pacífico, donde no haya ningún resquicio para el racismo y la xenofobia.

Leave a comment.

Your email address will not be published. Required fields are marked*