Hubo un tiempo ya algo lejano en el que el Calcio italiano era al actual Premier League. Los grandes jugadores poblaban sus escuadras y sus equipos eran admirados y temidos en toda Europa. Buena parte de su prestigio se vio muy sacudido por dos escándalos sonados de corrupción que aún resuenan a fecha de hoy

 En la temporada 79/80 una sombra asolaba la prestigiosa competición italiana. Desde hacía tiempo sonaba con fuerza el rumor que en torno a la misma se había formado una red de apuestas ilegales sobre los resultados de los partidos dominada por la omnipresente Mafia. Como la quiniela oficial era el “Totocalcio”, se empezó a denominar a esa red el “Totonero”. La historia había nacido en un restaurante de la ciudad de Roma, llamado “La Lampara” cerca de la Piazza del Popolo. Su dueño era un tal Alvaro Trinca, y a su local asistían con frecuencia jugadores de la Lazio. El proveedor de frutas del local era un individuo llamado Massimo Cruciani, al parecer relacionado con la Mafia.

Trinca y Cruciani idearon un plan para ganar mucho dinero mediante el amaño de resultados de partidos; se trataba de captar a los jugadores para que éstos influyeran en los resultados mediante el pago de cantidades previas a disputar los encuentros. Comenzaron por los jugadores del Lazio, pero a través de los mismos se extendió a más futbolistas de la Serie A. Como los jugadores pedían mucho dinero, éste solo podía proceder de créditos adelantados por la Mafia, en espera que los resultados amañados reportasen aun mayores beneficios.

Pero la cosa se empezó a torcer: aun con el pago de cantidades a los protagonistas de los partidos, los resultados no siempre eran los esperados por los apostadores y, en consecuencia, Trinca y Cruciani a veces no podían devolver las cantidades adelantadas. Los implicados aducían que en ocasiones resultaba muy complicado determinar el resultado final, por más que algunos jugadores estuvieran metidos de lleno en el fraude. Los promotores del invento corrupto llegaron a amenazar a algunos jugadores con delatarles, ante el riesgo que para ellos suponía no poder devolver con beneficios las cantidades adelantadas por la Mafia.

El conocido Totonero, era una red de apuestas ilegales que necesitaba de la complicidad de los jugadores para amañar el resultado de los partidos. El escándalo estalló cuando uno de los creadores de la estafa se vio amenazado por la Mafia, al no poder pagar en plazo los adelantos que recibía. La conmoción fue aun superior cuando se supo que salpicaba a estrellas como Paolo Rossi

En consecuencia, esta última empezó a inquietarse y amenazó a los cerebros de la estafa. A Cruciani le llegaron a destrozar la frutería y a éste le entró el terror, de tal forma que decidió denunciar los hechos a la policía buscando protección. La Fiscalía de Roma empezó a indagar y fue detectando que el escándalo afectaba a muchos futbolistas y hasta algunos directivos. El 20 de marzo de 1980, en medio de una jornada de Liga, se hizo una gran redada de mas de treinta implicados en la trama, que ante el asombro del país entero eran arrestados nada más finalizar los encuentros o antes de los mismos en caso de que no estuvieran convocados.

Cuando empezaron a salir a la luz pública los presuntos corruptores de partidos entre los mismos había figuras destacadas del fútbol trasalpino como los internacionales Albertosi, Morini, Wilson, Giordiano y sobre todo el delantero más destacado del momento, Paolo Rossi. También se demostró que el presidente del AC. Milán, Felice Colombo, había participado de forma activa en los enjuagues. El asunto llegó a salpicar al Juez Deportivo Humberto de Biasse, al que se le acusó de no haber actuado cuando tenía conocimiento de los hechos. Este último declaró por su parte que tenía constancia del amaño del resultado del partido entre la Juventus y el Bolonia; pero sobre el mismo no se actuó. No pocos denunciaron que tras ese silencio se encontraba el poder de la familia Agnelli y de su emporio empresarial comandado por la FIAT, siempre deseoso de un trato de favor para la Juventus.

La justicia deportiva obró en consecuencia: el Milán y la Lazio fueron descendidos a la serie B, y sobre los jugadores afectados se impusieron sanciones que fueron desde la inhabilitación hasta unos años de suspensión. A Paolo Rossi le cayeron tres años, luego reducidos a dos. La noticia fue devastadora para el fútbol italiano a corto plazo ya que en junio debía de jugarse la Eurocopa en tierras italianas; y la consecuencia de ello fue una afición desencantada que despobló los estadios en la misma, con una pobre participación de la selección azzurra. En cualquier caso, el fútbol de aquellos lares no tardó mucho en reponerse. Solo dos años después Italia ganaba el Mundial de España, con Paolo Rossi de gran estrella con seis goles decisivos. El seleccionador Bearzot, decidió confiar en él, pese a su inactividad durante dos temporadas, y los resultados fueron espectaculares. A finales de los 80 la liga italiana era de largo, la más poderosa del continente europeo y la que concentraba más estrellas mundiales.

Entrado el siglo XXI el fútbol trasalpino ya no era la indiscutible potencia mundial, aunque mantenía el aura de ser una Liga potente y una selección con la que siempre había que contar. En la temporada 2004 el título fue para el Milán, de tal forma la Juventus, el otrora dominador del Calcio, movió ficha a través de su director general, Lucciano Moggi, un directivo peculiar, quien en su tiempo había sido funcionario de ferrocarriles y que había ganado prestigio como dirigente deportivo en el Nápoles, Torino o Lazio para ser luego reclutado por los Agnelli. Moggi contrató a Fabio Capello de entrenador y realizó incorporaciones destacadas. La Juve retomó el mando y salió campeón del ejercicio 2004-05 y revalidó el título un año después. Todo parecía correcto, dado el potencial turinés y su condición de escuadra dominadora del campeonato italiano.

Pero en mayo de 2006 todo estalló de forma inesperada. En unas grabaciones ordenadas para constatar el presunto doping de algunos juventinos, se podía apreciar que Moggi había tomado contacto muy frecuente con el director el encargado de designación de los árbitros, Pier Luigi Pairetto, de cara a seleccionar los colegiados que mejor iban a tratar a los blanquinegros en su lucha por conseguir los trofeos. El escándalo fue monumental y dio lugar a la intervención de la Fiscalía italiana que comprobó de las escuchas producidas que la trama se extendía a otros equipos de la serie A como Milan, Reggina o Lazio, aunque de largo el mas beneficiado por las designaciones “a la carta” era la Juventus, siempre bajo la sospecha de tener un trato privilegiado en el país con forma de bota.

Unos meses mas tarde, la selección italiana dirigida por el mítico técnico de la Juve, Marcelo Lippi se hacía con el cuarto mundial de su historia en Alemania. La situación era idéntica a comienzos de los años 80 del siglo pasado; a un escándalo de corrupción le seguía un triunfo trasalpino en el campeonato del mundo. Las consecuencias fueron muy drásticas para los implicados. A la Juventus no le salvó ni el hecho de ser la principal institución deportiva del país: fue descendida a la serie B, junto con la Lazio y se le retiraron los dos Scudettos de 2005 y 2006, además Luciano Moggi resultó inhabilitado por cinco años. Al Milán se le quitaron puntos que le hicieron retroceder en la clasificación y tener que disputar la previa de la Champions (curiosamente esa temporada la 2006-07 levantaría el titulo) y la Reggina sufrió poco castigo.

Pese a ser la institución deportiva más importante de Italia; la justicia deportiva fue implacable con la Juventus, tantas veces bajo sospecha de recibir un trato privilegiado. Se vio privado de dos Scudettos y fue descendido a la Serie B

Este escándalo que fue denominado “Calciopoli” (o “Moggigate en algunos foros) sí terminó de sepultar la proyección y prestigio del fútbol italiano, por encima del triunfo en el Mundial. La Juventus se vio obligada a dar salida a varias de sus figuras (Cannavaro, Zambrota, Thuran, Ivraimovich) aunque muchos de sus buques insignias como Buffon, Del Piero o Nedved se quedaron para reflotar al equipo y devolverse a su lugar natural, algo que se consiguió en un periodo razonable de tiempo. A este escándalo, por otra parte le precedió uno de menos consecuencias pero no por ello menos tumultuoso: la acusación de dopaje generalizado en algunas escuadras italianas a finales de los años 90.

Todos estos factores, a los que hay que unir la perdida de poder económico de los clubes, incapaces de competir con la reluciente Premier o los nuevos ricos como el PSG han derivado en una perdida de relevancia del fútbol trasalpino; su Liga ya no atrae a los mejores jugadores (ni siquiera a los medios) y la selección se ha quedado fuera de los últimos dos mundiales. Toda una caída del imperio romano cuyo inicio quizá cabe situar en estos dos contundentes escándalos.

 

 

 

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