En la décadas de los sesenta y setenta en el fútbol español se usaba con frecuencia el termino “oriundo”. Contamos esta historia de nuestro fútbol. Una trama corrupta que cayo por su propio peso. 

El fútbol es el deporte más practicado y con más seguidores del mundo. Su importancia en muchos casos trasciende de lo meramente deportivo. Sus implicaciones sociales y económicas han hecho del deporte rey una industria globalizada. La repercusión con la que convive el fútbol ha provocado que en algunos casos el fraude o el artificio se introduzcan en sus arterias.

Quien no recuerda el famoso “Moggigate” en Italia. Una tremenda trama de corrupción dirigida y auspiciada por el Director General de la Juventus, Luciano Moggi. Este asunto acabó con el mítico equipo turinés en Segunda División. Por desgracia estos escándalos no han sido ajenos a nuestro fútbol. En los últimos años nuestros tribunales han investigado y juzgado redes de amaño de partido. Investigaciones como el caso Osasuna, el Levante-Zaragoza o la operación “Oikos” evidencian que en nuestro fútbol no es oro todo lo que reluce.

En los años sesenta y setenta hubo un fraude masivo que afecto a nuestro deporte rey. Fue el conocido caso de los oriundos.

Estas corruptelas no son expresiones de un fútbol moderno. Desgraciadamente nuestro balompié ha cohabitado anteriormente con prácticas que estaban al margen de la ley. En los años sesenta y setenta hubo un fraude masivo que afecto a nuestro deporte rey. Fue el conocido caso de los oriundos.

Todo empezó en la temporada de 1.964-65. Tras los malos resultados de la selección española en el mundial de Chile de 1962, la Federación Española de Fútbol decidió limitar la presencia de jugadores extranjeros en nuestra Liga. Solo podrían seguir jugando en nuestro campeonato aquellos extranjeros que tuvieran contrato en vigor. En definitiva, los clubes tenían prohibido contratar a jugadores extranjeros. Solo podían competir con futbolistas españoles. La solución estuvo ahí, buscar españoles por el mundo.

 

Se permitió contratar jugadores que no residían en nuestro país. Si bien, estos jugadores debían demostraran raíces españolas y no haber jugado anteriormente con otra selección. Para ello debían cumplir uno de los siguientes requisitos: haber nacido en España, ser hijo de padres españoles o tener nacionalidad española. A estos jugadores se le conocerán como “oriundos”. A principio de los años setenta la mayoría de equipos españoles contaban con oriundos en sus filas.

La llegada masiva de inmigrantes españoles al continente americano entre 1840 y 1930 abría una fuente inagotable de potenciales jugadores válidos para competir en nuestra Liga. Pero la realidad fue que la llegada de estos futbolistas se convirtió en un flagrante fraude de pasaportes. Los futbolistas por arte de magia encontraban antepasados españoles.

 

Roberto Martinez jugando con el RCD Español

Una investigación de la época comprobó que de los sesenta jugadores “oriundos” admitidos en el fútbol español cuarenta y seis habían falsificado la documentación. El escándalo era mayúsculo. La Federación Española de Fútbol tuvo que poner fin a la situación. En 1973 permitió fichar a dos extranjeros por equipo poniendo fin a la corrupción que se estaba produciendo.

El fraude era un secreto a voces. Hubo situaciones esperpénticas que dejaban entrever lo extraño del asunto.  Anecdótica fue la presentación de Miguel Angel Adorno por el Valencia. Al ser preguntado por sus orígenes contestó “Mi abuelo era de Celta de Vigo”. Aguirre Suarez, feroz defensa del Granada, espetó que sus ancestros no eran navarros sino de Pamplona.

De los sesenta jugadores “oriundos” admitidos en el fútbol español cuarenta y seis habían falsificado la documentación. El escándalo era mayúsculo.

Carlos Martinez Diarte jugador de Real Zaragoza y Valencia, Martinez Cabrera intrépido goleador del Elche y Oscar Martinez jugador entre otros equipos del Barcelona y Valladolid aparecían en el Registro Civil como hijos de un español emigrante en Paraguay. Antonio Martinez Rubalcaba, el supuesto padre de estos tres futbolistas, jamás fue consciente de haber engendrado a tales peloteros.

El epicentro de la trama estuvo en Paraguay. Al abrigo de una administración corrupta, las autoridades paraguayas expedían partidas de nacimiento a medida de los jugadores. Numerosos futbolistas argentinos y uruguayos terminaron jugando en España como paraguayos con orígenes españoles.

 

Roberto Martinez con la selección española

El asunto fue tomando dimensiones surrealistas. Algunos de estos jugadores al igual que disponían de un pasaporte fraudulento atesoraban una gran calidad. Esto les llevó a debutar con la selección española. Roberto Martinez, jugador del Real Madrid y Valdez del Valencia llegaron a enfundarse la camiseta roja de nuestra selección.

La trama cayó por su propio peso. En Barcelona la prensa del momento constató que el futbolista del Barça, Bernardo Patricio Cos, no era originario de la ciudad paraguaya de Santisima Trinidad. Realmente había nacido en Córdoba, Argentina. Paradójicamente la Federación Española de Fútbol había tramitado la ficha de Cos al mismo tiempo que rechazaba la inscripción de otro oriundo del Barça, Heredia.

El Gerente del F.C Barcelona, Bernardo Carabén, no aceptó de buen grado la exclusión de Heredia. Se propuso investigar la situación y solicitó a un grupo de abogados la elaboración de un informe. Entre los abogados se encontraba un joven Miquel Roca Junyent. El informe puso de manifiesto lo que ya resultaba una evidencia.

Oriundos del Barça

La Federación de Fútbol presidida por Pablo Porta tuvo constancia del informe. Al igual que fue advertida de las investigaciones que habían realizado sobre el asunto Real Sociedad y el Athletic Club. Únicos equipos del momento que no fichaban extranjeros y que se sentían profundamente agraviados. Todo esto precipitó el fin de los Oriundos y su trama de pasaportes falsos.

Sin embargo las consecuencias no quedaron ahí. El peso de la ley cayó sobre jugadores, intermediarios, directivos y responsables federativos. Pero la famosa ley de amnistía de 1977, aprobada por el Presidente Adolfo Suarez durante la Transición, permitió que todos aquellos involucrados en la trama de falsificación documental de los futbolistas oriundos no cumplieron sus penas.

La FIFA por su parte no quiso profundizar en esta investigación. Consciente de que había jugadores que habían representado falsamente a selecciones que no le correspondían.

La FIFA por su parte no quiso profundizar en esta investigación. Consciente de que había jugadores que habían representado falsamente a selecciones que no le correspondían. El asunto suponía una anomalía demasiado profunda para las competiciones internacionales.

La historia de los oriundos en nuestro fútbol fue otro relato más de corrupción en el balompié español. Un deporte que ha sido reflejo de grandes hazañas en nuestro país, pero también visualiza lo peor de nosotros mismos. Que este tipo de tramas corruptas no caigan en el olvido. Tenerlas en cuenta es lo mejor que le puede pasar a nuestro fútbol. Recordar es la mejor manera de no volver a repetirlo.

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