Messi ha mostrado su intención de querer dejar el F.C. Barcelona. Son muchos los análisis sobre la incidencia de su salida en Barça, pero ¿cómo afectaría esta baja en el equipo rival? Leo Messi para el Real Madrid ha sido también de vital importancia.
Como todo lo acontecido desde la llegada de la primavera de 2020, este verano ha sido atípico. En él han sucedido una serie de cosas impensables a principio de año, no digamos desde principio de temporada allá por el mes de septiembre, cuando el hecho de que todos acabásemos llevando mascarilla, después de haber pasado casi tres meses confinados, era tan improbable como que el Madrid acabase campeón de alguna competición importante. Por desgracia unas cosas han sido realidad y por suerte otras también. Parecía que ya nada nos podría extrañar en el plano futbolístico una vez visto cómo una liga acababa jugándose en la plena canícula o cómo una Champions League con resultados escandalosos sustituía a los habituales torneos veraniegos y “stages” en el extranjero. Cuando de repente en Can Barça, y por extensión en todo el fútbol mundial, estallaba, como diría el mítico García, la última bomba informativa: Messi, quiere dejar el F.C. Barcelona. Un último giro que, a pesar de verlo desde una posición lejana y protegida como sería la de la actual armadura de acero del estadio Santiago Bernabéu, no es ajena y suscita el mayor de los intereses.
Cuando de repente en Can Barça, y por extensión en todo el fútbol mundial, estallaba, como diría el mítico García, la última bomba informativa: Messi, quiere dejar el F.C. Barcelona.
Es cierto que la postura generalizada en el feudo madridista es de expectación, pero una expectación como la del famoso “meme” de la niña que posa con una cara diabólica mientras al fondo se ve arder una casa violentamente. El trance vivido hace dos temporadas por el adiós de Cristiano Ronaldo hace conocedor al aficionado merengue de que en caso de que finalmente Messi deje el Barça supondrá un amargo trago para su eterno rival, que probablemente vaya acompañado de alguna temporada “en blanco”, con perdón de la expresión. A todas luces, que Messi abandone es para el Real Madrid una buena noticia… a priori. Porque en estos momentos, en los que un ciclo como el del “10” blaugrana parece terminar, es buena ocasión para pensar en la influencia que “el rosarino” ha tenido en la historia reciente del conjunto blanco.
Messi ha sido el protagonista de la mejor época para el barcelonismo. Convirtió a su equipo en una máquina prácticamente invencible. Muchos equipos se resignaron y no les dolían prendas al reconocer que el Barça era el mejor equipo. Todos menos uno, en cuyo ADN quizá no esté el jugar bien por encima de todo pero sí el de nunca rendirse. Así las cosas, con un Messi incipiente con una carrera por delante de al menos diez años a primer nivel, el Madrid no se dio por vencido y tras despedir a un entrenador que reconoció que no se veía capaz de vencer al equipo culé y a otro que no fue capaz de hacerlo ni siquiera sumando cien puntos en liga, fue a buscar a la única persona capaz de competirle una más que probable hegemonía en el futbol español y europeo. Para algunos era vender su alma al diablo, para otros era hacer lo correcto en el momento correcto. Y así llegó Mourinho al banquillo madridista. El Madrid en 2010 si quería vencer al Barça de Messi necesitaba sacar más del cien por cien de rendimiento a una plantilla que aun así contaba con Cristiano Ronaldo, el único que podría hacerle sombra a Messi en lo de a dominar el mundo del fútbol se refería.
El Madrid en 2010 si quería vencer al Barça de Messi necesitaba sacar más del cien por cien de rendimiento a una plantilla que aun así contaba con Cristiano Ronaldo, el único que podría hacerle sombra a Messi en lo de a dominar el mundo del fútbol se refería.
Y con estos protagonistas se inició una de las épocas más bonitas del futbol mundial. Paradójicamente la primera de las batallas, porque terminaron siendo batallas, terminó con un apabullante 5-0 a favor del Barça. Podría haber dejado herido de muerte al Real Madrid, pero en aquel momento de incredulidad y por qué no decirlo, de miedo, una imagen nada ortodoxa de Sergio Ramos aportó cierta esperanza al madridismo. Aquel lance fue una esperpéntica salida del campo del “camero” tras una expulsión por una entrada violenta al propio Messi, fruto de la más absoluta de las impotencias, en la que abandonó el campo repartiendo estopa a sus “amigos de La Roja” Xavi y Puyol. Nada debe justificar la violencia en el fútbol, pero aquella imagen era la de alguien que aunque se veía incapaz de frenar al tornado que era aquel F.C Barcelona no se resignaba a que así fuera. A pesar de que él no llevaba aún el brazalete de Capitán, hacía las funciones, porque Iker era otra cosa. En la cara de Ramos se veía la rabia de no querer aceptar esa realidad y advertía que estaba dispuesto a todo para que aquello cambiara.
Imagen muy distinta por cierto a la que se vio de un Lionel Messi abatido en el descanso del fatídico partido contra el Bayer, en el que la bajada de brazos del gran capitán acabó por hundir a sus compañeros y hacerles entrar en el colapso total que fue aquella noche. Finalmente aquel año el Madrid fue capaz de arrebatar en la prórroga una Copa del rey al Barcelona y al siguiente una Liga tras tres años de hegemonía blaugrana.
Lo importante de aquella época, que dejó partidos memorables de un altísimo nivel en el que un simple error de cualquier equipo ya suponía el desequilibrio final en el marcador, es que el Real Madrid aprendió, otra vez, a competir. Y ese aprendizaje se lo llevó a Europa, ya sin Mourinho, que para ganar esos títulos, además de una Súper Copa de España, se vio obligado a quemar todas sus naves. Llegando a una situación de un vestuario insostenible en el que sus “pequeños monstruos” acabaron por devorarle.
Lo importante de aquella época, que dejó partidos memorables de un altísimo nivel en el que un simple error de cualquier equipo ya suponía el desequilibrio final en el marcador, es que el Real Madrid aprendió, otra vez, a competir.
En Europa poco hay que contar que no se sepa. El Real Madrid ganó cuatro Champions de cinco posibles en el periodo que va desde 2013 a 2018. Una de ellas no dándose por muerto hasta el minuto 93 y otra haciendo uno de los mejores partidos que se recuerda en una final europea. Y con ello escribió otra de las páginas más gloriosas que se recuerdan en la competición europea. Hasta entonces nadie había sido capaz de ganar dos Champions League seguidas en este formato nuevo, pues bien, el Madrid ganó tres.
No puede ser casualidad que el mejor Madrid desde Di Stefano coincidiera con el mejor Barcelona de siempre. Y ese Barcelona, pase lo que pase, será recordado como el de Leo Messi. Que se vaya Leo del Barça puede ser una manera de que en los próximos clásicos sea más fácil que el Real Madrid salga victorioso, no hay que olvidar que hasta el último clásico que se jugó con público en el Bernabéu cada vez que cogía el balón Messi el silencio se apoderaba de la grada blanca y es que si Leo ha tenido un rival preferido al que meter goles en su casa, ese ha sido sin duda el Real Madrid. Pero a la larga, al igual que Cristiano no hubiera sido el jugador que ha sido sin Messi y viceversa, el Real Madrid no hubiera conseguido las cotas que ha alcanzado en Europa estos últimos años sin ese rival vecino que cada día de entrenamiento te pusiera el listón tan alto que te obligase a ofrecer lo máximo.
Por delante se avecinan tiempos extraños, en el fútbol también. Tiempos en los que la nostalgia de la era ya pasada de Messi y Cristiano llenará a muchos aficionados de Madrid y Barcelona. La marcha de Cristiano del Real Madrid debe servir de ejemplo de que ningún jugador está por encima de un club grande, y más aún si continua como hasta ahora sin levantar la Champions con la “Juve”. Si hay un equipo por el que han pasado grandes estrellas mundiales tanto por el terreno de juego como por el banquillo es el F.C Barcelona y la marcha de ninguno de ellos supuso el fin definitivo. Ahora solo queda pensar quién será el siguiente que eleve al club a los altares del fútbol, el Real Madrid sin duda intentará aprovecharlo.
¿Quién nos iba a decir que volveríamos a ver un Chicago vs Lakers? ¿ Un Jordan vs Magic?… Con el paso del tiempo llegó Federer, y un tal Rafa Nadal. Y luego estos «salvajes del futbol» que son Messi y Cristiano. Hemos tenido la fortuna de ver la excelencia de esos deportes en un margen de poco mas de 30 años, pero todo se acaba.
Adiós a los sudores fríos que daba el ver a Lionel gambetear cerca del área blanca en el Bernabéu. Ya sabías lo que iba a hacer, tú y los 22 sobre el césped, y pese a todo nadie lo impedía. A menudo el desenlace era un humillante gol y a continuación la respuesta, o no… de Cristiano.
Eso parece que no volveremos a verlo, pero que nos quiten lo bailao.
Contaremos a los nietos la bravura de esos derbis, y también la excelencia de algunos de aquellos encuentros. Recordaremos con quién estábamos gritando en aquél preciso instante en el que Mou le metió el dedo en el ojo al difunto Vilanova; O quién apagó la tele al encajar el quinto del Barsa. No olvidaremos a quién abrazamos después de que Bale, por supuesto debido al cansancio de Bartra, anotara aquél gol tras recorrer la distancia que separaba el campo de fútbol de su casa.
Una época fantástica se va, queridos esféricos, pero, como siempre pasa, otra apasionante vendrá que nos hará seguir disfrutando, hablando y escribiendo de «fúbol».
Tempus fugit Javier! Que buenos ratos nos han hecho pasar estos dos, eso es lo importante. Esperemos que no tarden en llegar nuevas épocas gloriosas! Te esperamos por el Pub!