El mercado invernal del fútbol nos ha dejado una de las operaciones mas impactantes de la historia de nuestro fútbol. Lucas Pérez ha fichado por el Deportivo de la Coruña. Un equipo en horas bajas que juega en la tercera división del fútbol español.

El poeta austriaco Rainer Maria Rike decía que la verdadera patria del hombre es la infancia. Mi infancia transcurrió en las calles de Madrid allá por los años ochenta. En aquel tiempo todo era muy diferente. La heroína hacia estragos en España, la movida daba leña al mono. Las pelis se veían todavía en salas de cine. Una ventana mágica que llenaba la vida de deloreans que regresaban del futuro. Hombres lobos encestando canastas. Incluso unos muchachos llamados Goonies eran capaces de descubrir tesoros, humillar a mafiosos sicilianos y salvar a su familia. En mi infancia, la música se aporreaba con guitarra. Las televisiones no tenían mando a distancia y en ella una bruja punky enseñaba las realidades de la vida. En mi infancia fui feliz. No por que fuera mejor, simplemente porque es la que siento mía.

El fútbol de los ochenta también era diferente. Realmente muy diferente. Mi infancia, mi verdadera patria me enseñó un futbol identitario. Un fútbol de raíz y arraigo. Un juego que me resigno a verlo como un mero negocio. Posiblemente tenga un sentimiento trasnochado y añejo, pero para mí el futbol es simplemente el mejor de los deportes. Pero un deporte al fina al cabo.

El fútbol de los ochenta también era diferente. Realmente muy diferente. Mi infancia, mi verdadera patria me enseñó un futbol identitario. Un fútbol de raíz y arraigo.

Los cromos que intercambia en el colegio estaban repletos de melenas ochenteras, minúsculos pantalones y camisetas ajustadas. Aquellos cromos, no solo reflejaban la estética y la moda de los ochenta. Eran sin lugar a duda la visualización de los equipos de aquella época.

El Real Madrid jugaba con una cuadrilla de canteranos llamada la Quinta del Buitre. El Atleti de principios de los ochenta se cimentaba en dos centrales de puro sentimiento colchonero, Arteche y Ruiz. En el Barça daban sus últimos coletazos emblemas culés como Asensi y Rexach, mientras surgían nuevos iconos blaugranas como Lobo Carrasco, Migueli o Alexanco. Pero en los ochenta el fútbol español era dominado por los irreductibles equipos vascos. La Real Sociedad y el Athletic Club Bilbao ganaban ligas y copas con una estirpe de jugadores canteranos.

Los Arconada, Zamora, Goicohechea, Sarabia o Zubizarreta se convertían en el mayor exponente de identidad vasca de aquel momento. Los éxitos deportivos llenaron de ikurriñas Guipúzcoa y Vizcaya. Los paseos en la gabarra de los leones victoriosos son posiblemente la foto más icónica del fútbol ochentero. Un futbol canterano, identitario, jugado con el sentimiento del que se percibe parte de algo.

Sinceramente, echo de menos el fútbol con el que crecí. La globalización, la ley Bosman, el profesionalismo hiperactivo lo cambiaron en exceso. Lamentablemente el Merchandising, la televisión y sus horarios, los jeques y el hedor a negocio que lo rodean, me aleja cada vez mas de aquel deporte al que tanto amé y que disfruté en mi niñez.

El compromiso y el sentimiento que ha demostrado Lucas Pérez hacia el Depor es esperanzador. En el fútbol de hoy todavía hay jugadores que ponen el corazón por delante del dinero.

Sin embargo, algunas veces, el empacho de frivolidad y opulencia que vive el fútbol moderno es abofeteado por el sentimiento intrínseco que anida en él. Posiblemente el mayor ejemplo de sentimiento a un club en los últimos años lo haya dado Lucas Pérez. Coruñés de nacimiento y deportivista de condición. Ha preferido bajar dos categorías poniendo facilidades incluso costeando la operación para ascender al club de sus amores, el Deportivo de la Coruña.

El compromiso y el sentimiento que ha demostrado Lucas Pérez hacia el Depor es esperanzador. En el fútbol de hoy todavía hay jugadores que ponen el corazón por delante del dinero. Futbolísticamente Lucas se merece todo lo bueno que le suceda.

El Deportivo y su afición pueden sentirse orgulloso de su nuevo jugador. Lucas Pérez, jugador relevante en el Cádiz en Primera División, ha decido fichar por el club de su vida que juega dos categorías por debajo y que está viviendo uno de los peores momentos de su historia. Lucas Pérez ha hecho lo que a todo hincha del fútbol le gustaría que un jugador hiciera por su equipo en momentos difíciles.

Posiblemente, hablamos de un cromo vintage de los años ochenta. Aquellos que cambia en el patio del colegio. Lucas Pérez se ha subido al delorean de Emmet Brown y Marty McFly. En su regreso al futuro viajan con él los hinchas del fútbol. Su destino volver al sentimental fútbol de antes. Lucas ha conseguido que por un momento vuelva a mi verdadera patria, la infancia. Gracias por ello.

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