Enríquez Negreira fue un árbitro muy presente en el fútbol de los 80. Recuerdo que su condición de colegiado catalán le hacía ser un asiduo del derby madrileño de esos años 80-90; quien iba a decir que muchos años después sería tan famoso y por motivos tan tenebrosos.

El escándalo de la facturación de servicios del Barça a uno de los dirigentes del arbitraje español es una historia oscura y que me temo que no será aclarada. Huele a timo de la estampita (algo no descartable si tenemos en cuenta el despiporre que el equipo culé ha mostrado desde hace diez o quince años) o a intento de manipulación de la competición. Supongo que el nexo causal entre los pagos a Negreira y los arbitrajes recibidos por el Barça serán harto complicados de demostrar, y de todas formas el asunto solo puede prosperar por vía penal, ya que conforme a la justicia administrativa deportiva los hechos han prescrito.

La noticia ha destapado toda la realidad del fútbol español. Uno de los dos grandes parece haber cometido una fechoría. Su entorno mediático (prensa catalana) silencia el asunto o solo hace referencias a un posible complot dese Madrid. El otro gran bloque de los mass media (de adscripción madridista) se lanza en tromba a denunciar irregularidades favorables al Barcelona y pone en duda la legitimidad de sus triunfos. La Liga del Futbol Profesional y la Federación no responden con contundencia y el resto de equipos asoma la cabeza con tibieza, cuando una posible vulneración de las reglas del juego les afecta a ellos directamente.

Es muy significativo de como un duopolio asfixiante ha anestesiado todo el panorama futbolístico nacional.

¿Qué demuestra todo esto? En mi opinión es muy significativo de como un duopolio asfixiante ha anestesiado todo el panorama futbolístico nacional. Triste es que aquellos que se llaman periodistas en Barcelona no tengan los arrestos de informar sobre el escándalo de su institución civil más poderosa, pero no menos cierto que la prensa madrileña calla y consiente ante los abusos de poder históricos del Real Madrid (pelotazo inmobiliario, reiteración de arbitrales favorables…) que dan para varios tomos. Los dos grandes campan a sus anchas en función de un sentimiento común: la sensación de impunidad. Ese sentimiento que genera el tener los medios de comunicación a tu servicio en función del ámbito territorial, de ser el principal activo comercial de un futbol español en clara decadencia y de tener la consideración de poder factico que amedrenta a instituciones. Ambos participan en la competición con reglas del juego distintas, ya que mantienen su condición de asociación deportiva (los otros son el Athletic, al que su peculiar política le descarta de las grandes ambiciones y el Osasuna cuyo tope económico es también limitado) frente a los Sociedades Anónimas del resto; ello les protege de inversores tóxicos tipo Peter Lim. En 1992 se justificó su exclusión por sus teóricas cuentas saneadas, pero al Madrid hubo que rescatarlo en 2000 con la operación de la Ciudad Deportiva cuando la deuda le asfixiaba y el Barça moderno parece ser el único club del mundo capaz de fichar lo que le venga en gana con unos números rojos de aúpa.

Los árbitros (con el asesoramiento de Negreira o no) salen intimidados cuando les pitan. Saben que el equivocarse en su contra o no favorecerles supone estar estigmatizado. Los chacales mediáticos saldrán contra ellos y es posible que no vuelvan a pitarles en choques trascendentes. El VAR ha podido introducir más justicia en goles y fueras de juego, pero no así en relación con el rasero a la hora de pitar faltas o amonestar jugadores. Por eso la variable de los penaltis pitados es poco significativa. Se señalaran más penaltis a los equipos que ataquen más, pero eso no impedirá que los arbitrajes puedan ser decisivos en el resultado de un partido. Si un equipo menos poderoso se ha de defender más, los criterios a seguir en lo relativo a como ejerce esa defensa marcaran su capacidad de aguante.

La prensa deportiva desde esos años ha tomado la decisión empresarial de ser un mero instrumento propagandístico de los dos gigantes. Ya nada queda del carácter polideportivo que la caracterizó en sus comienzos

El duopolio actual empieza a fraguarse a mediados de los años 80. Desde entonces de 38 Ligas el cuadro es el siguiente: 17 para el Barcelona, 15 para el Real Madrid, 3 para el Atlético de Madrid, 2 para el Valencia y 1 para el Deportivo. Un 85% de los campeonatos han ido a cualquiera de los dos gigantes. De 1970 a 1984 la distribución de campeones fue la siguiente: 6 para el Real Madrid, 3 para el Atlético de Madrid, 2 Athletic de Bilbao, 2 Real Sociedad y solo 1 el Barcelona. Dos equipos legendarios, la Quinta del Buitre y el Drean Team de Cruyff, marcaron un punto de inflexión de no retorno en el fútbol español. Esos triunfos sostenidos en las grandes diferencias presupuestarias con el resto de competidores han terminado creando una cultura deportiva en el fútbol español que no concibe otra cosa que no sea la lucha entre los dos titanes. Desparecidos en combate el Valencia y el Deportivo de la Coruña, los dos animadores de comienzos de siglo, solo el Atlético de Simeone ha ejercido de ocasional contrapoder. La configuración de la Supercopa actual, claramente destinada a ser un marco de “clasicos” mas allá de las fronteras españolas es otra muestra más de esta tendencia.

La prensa deportiva desde esos años ha tomado la decisión empresarial de ser un mero instrumento propagandístico de los dos gigantes. Ya nada queda del carácter polideportivo que la caracterizó en sus comienzos; sus páginas y espacios radiofónicos se centran casi exclusivamente en sus vicisitudes, haya o no información relevante que dar sobre los mismos. Esta tendencia que surgió en los 80 con el Sport, diario promovido por el propio Barça, ha sido seguida por todos grupos de comunicación y hoy inunda la cultura informativa del país. El aficionado joven solo oye hablar de Madrid y Barça de tal forma que en muchas ciudades se ha perdido hasta el afecto por el equipo de la propia localidad. Bastante significativa fue la reacción del público ante la amenaza de la Superliga, que afectaba directamente a la supervivencia de la clase media; mientras en Inglaterra los aficionados se rebelaron frente a los magnates dueños de los equipos en defensa de la Premier, el silencio del seguidor español fue absoluto, muestra inequívoca de su resignación ante la situación actual.

La globalización del deporte rey ha acrecentado aún más estos síntomas: el fútbol español decidió desde el inicio que la única forma de vender el producto al exterior era a través del “clásico”.

La globalización del deporte rey ha acrecentado aún más estos síntomas: el fútbol español decidió desde el inicio que la única forma de vender el producto al exterior era a través del “clásico”. Dos entidades se sitúan por encima del propio campeonato, algo impensable en cualquiera de las grandes competiciones deportivas mundiales: la NBA. NHL, Premier League, Champions League…Resulta sencillamente aterrador que la diferencia de masa salarial permitida entre los dos primeros y el habitual tercero y ocasional campeón (el Atlético) sea de más del doble de diferencia. En la Premier desde 2013 ha habido cinco campeones: Manchester United, Manchester City, Chelsea, Leicester City y Liverpool. Eso demuestra que en Inglaterra el dinero y los proyectos deportivos ambiciosos pueden cuajar en resultados. Nadie considera una drama que el Manchester United, habitual dominador de otras épocas, lleve diez años sin ganarla. Cosa de lo que el campeonato español está muy lejos sin duda.

En estas condiciones el escándalo del Barcagate es muy sintomático de la situación del futbol en España: todo el mundo tiene claro que, salvo sorpresa mayúscula, poco pasará. La Liga y la Federación no pueden sancionar a uno de sus buques insignia. De hecho, su máximo competidor y en teoría principal perjudicado del asunto guarda silencio cómplice nada accidental: sabe que es su aliado en la lucha por la Superliga y que necesita al menos un rival de nivel en el panorama nacional. Los dos gigantes juegan con sus propias reglas y esto incide en la evolución del campeonato hispano: el capital difícilmente llegará a una Liga en la que se sabe que los poderosos marcan los tiempos de manera tan evidente. Y eso tendrá una consecuencia clara; que cada día este chiringo interesará menos a la gente.

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