El fútbol nació para entretener. Si bien, hoy en día su naturaleza de mero juego ha evolucionado a planos más trascendentes en los que, además de para hacer pasar un buen rato, este deporte sirve para, entre otras cosas, unir culturas, potenciar el desarrollo económico o reivindicar causas que requieren de mayor atención y actuación por parte de los que mandan. Esto último es lo que el pasado 5 de septiembre hizo la joven iraní Sahar Khodayari delante del palacio de justicia de Irán para protestar por su reciente condena de seis meses de cárcel por el simple hecho de haber tratado de acceder a un estadio de fútbol en su país. Y es que este es un privilegio sólo reservado para los hombres en esta república islámica del medio oriente.

 Con lo que no contaba Sahar, conocida como “la chica azul” por los colores del equipo al que apoyaba, es con el atronador silencio que se ha dado a esta desgracia desde alguna de las instituciones en las que muy probablemente la joven Sahar buscaba una reacción.

La protesta consistió nada menos que en prenderse fuego a modo de rebelión ante tal discriminación en pleno siglo XXI y desgraciadamente le costó la vida. Un desenlace que probablemente ella daba por hecho pero que consideraba necesario para alzar la voz ante un problema que no se reduce únicamente al acceso a eventos deportivos sino que también se refiere a muchos otros hechos cotidianos que siguen estando reservados únicamente al género masculino. Con lo que no contaba Sahar, conocida como “la chica azul” por los colores del equipo al que apoyaba, es con el atronador silencio que se ha dado a esta desgracia desde alguna de las instituciones en las que muy probablemente la joven Sahar buscaba una reacción a modo de “basta ya” a determinadas conductas que siguen haciendo diferencia entre hombres y mujeres.

Ilustración que homenajea a Sahar Khodayari

Las instituciones que quedan señaladas por su inactividad son principalmente la FIFA y la mayoría de clubes de talla mundial, no así los modestos, que, a excepción de algunos como la Roma que sí tiñó de azul su escudo a modo de homenaje, han permanecido callados y no han sido capaces de levantar la voz para llamar la atención sobre un problema que requiere la unión de muchas voces con peso en esta sociedad globalizada. El problema es que levantar esa voz supone ofender a una parte importante de sus aficionados que compran muchas camisetas y  pagan jugosos derechos de imagen por ver el fútbol de occidente. Y como viene siendo habitual, prima más el negocio que la moral y es más que probable que en 2020 veamos a todos los dirigentes de la FIFA y asociaciones afines abrazándose y congratulándose de haber llevado por fin un mundial a oriente medio  y se vanagloriarán de haber acercado culturas y aficiones de todas las partes del mundo. Sin pararse a pensar que ellos tienen fuerza suficiente para sacar los colores y presionar en el plano de los derechos humanos a países como Irán, que además es un habitual en fases finales de copas del mundo.

[…]sería bueno que por parte de la FIFA dieran una pensada sobre qué podrían hacer para ayudar a avanzar en ciertas carencias en derechos humanos[…]

Vicente del Bosque, ex seleccionador nacional, hizo en su día unas declaraciones que en este caso sí eran indiscutibles por estar llenas de razón. Hacían alusión a los comentarios que en los meses previos al memorable mundial de Sudáfrica se hacía desde la prensa sobre la precariedad de recursos en cuanto a instalaciones y servicios que se iba a encontrar la expedición española durante aquel mundial de 2010, a las que respondió que era el momento de pensar qué podía hacer el mundo del fútbol por África en lugar de pensar que es lo que África podía ofrecer a los jugadores, directivos y periodistas que allí se desplazasen. La situación en este caso es muy similar aunque evidentemente no es referente a la escasez de recursos materiales de los que la mayoría de países de oriente medio no andan escasos precisamente pero sí que sería bueno que por parte de la FIFA dieran una pensada sobre qué podrían hacer para ayudar a avanzar en ciertas carencias en derechos humanos que por ejemplo han llevado una joven de 30 años a dar la vida por no poder animar a su equipo de fútbol desde un estadio.

Descansa en paz Sahar, descansa en paz “Chica Azul”.

Leave a comment.

Your email address will not be published. Required fields are marked*