Las escuelas deportivas son una parte fundamental del fútbol base. Hoy la E.D. Manila Estrellas es un ejemplo de cómo fomentar el deporte entre los más jóvenes. A continuación hay una historia en la que el Manila Estrellas es su protagonista.

No hace mucho tiempo hubo una polémica generada por un político que confundió el fútbol femenino de élite con el fútbol base. Aquella desafortunada declaración sirvió para reivindicar la atención que merece un fútbol femenino que cada vez brinda más triunfos a nivel internacional y que poco a poco va haciéndose el hueco que merece en los medios de comunicación. Queda mucho por andar, pero al menos ya parece que está bien definido cuál debe ser el camino. Quedó claro por tanto aquel día que el fútbol femenino de primera división no es fútbol base, pero a mi juicio se habló poco de lo que sí es el fútbol base y de lo importante que es para el deporte y la sociedad.

 

El fútbol base, el que hace que un niño se aficione a este deporte, o al deporte en general, el que introduce valores como la importancia del equipo, la disciplina, el esfuerzo y les mete en el cuerpo el gusanillo de la competición no hace falta ir a buscarlo a la Masía o Valdebebas.

Muchas veces pensamos que el primer escalón de la pirámide de nuestro fútbol son las secciones infantiles de los equipos de primera a los que vemos jugar como si de profesionales se trataran en el torneo de Navidad que a todos se nos viene a la cabeza. Y no. Es innegable que esas secciones de los equipos grandes desempeñan un papel importante en el desarrollo de los niños que van a llegar a jugar a primer nivel, pero el fútbol base, el que hace que un niño se aficione a este deporte, o al deporte en general, el que introduce valores como la importancia del equipo, la disciplina, el esfuerzo y les mete en el cuerpo el gusanillo de la competición no hace falta ir a buscarlo a la Masía o Valdebebas. Seguramente basta con cruzar una calle y mirar en los campos de fútbol de cualquier parque o patio de colegio.

Aspecto actual de las canchas del C.P. Amador de los Ríos. Uno de los orígenes de la escuela deportiva Manila Estrellas F.S.

Yo ese ejemplo de fútbol base bien organizado lo conocí siendo niño. Sería a mediados de los ochenta cuando formando parte de un equipo de fútbol de amigos del barrio empezamos a participar en la liga de fútbol sala de uno de los distritos de Madrid. Era muy habitual encontrarse equipos poco preparados como era nuestro caso y otros con una cierta estructura de escuela deportiva que destacaban sobre los demás. Recuerdo que nuestro primer partido fue contra uno de esos equipos, el cual, antes si quiera de empezar a jugar ya nos había metido un par de goles. Simplemente ver a chicos uniformados que no sólo llevaban la misma camiseta sino que además compartían diseño de pantalones cortos y medias, incluso se podía llegar a ver alguna bota específica para futbol sala, ciertamente impresionaba. Y cuando además ves que calentando realizaban carreras y jugadas ensayadas con más de un balón y no se limitan a tirar desde el borde del área para calentar al portero, como era nuestro caso, acabas por dar por hecho que el resultado no iba a ser muy favorable. Y así fue. Creo que nos cayó una manita de aquel equipo llamado “Estrellas de Madrid”.

Escudo de la Escuela Deportiva Manila Estrellas F.S.

Además de “las Estellas” otros equipos como el Manila, patrocinado por una histórica tienda de deportes madrileña  y relacionado con el colegio público Amador de los Ríos, tenía a chicos que jugaban un fútbol rápido y tácticamente muy trabajado. Por último, con el paso de los años y ya en categorías más superiores también acabamos cruzándonos con el C.D. Grúcer. Que tenía en la plantilla a los “chicos duros” del otro lado de la M-30 y que físicamente eran muy fuertes. Las ligas acababan repartiéndoselas entre ellos porque eran prácticamente invencibles. Aún así, el triunfo más importante de mi carrera deportiva podría decir que fue una victoria a los chicos de las Estrellas de Madrid una mañana de sábado en la que, extra motivados, quizá porque el padre de uno de nosotros trajo una de esas videocámaras que se apoyaban en el hombro para grabarnos, todo nos salió bien y pudimos celebrar la victoria como si de un campeonato absoluto se tratara.

Seguramente no fue por aquella derrota pero poco tiempo más tarde, llegados ya los 90, las Estrellas de Madrid decidieron refundarse y juntarse además con los otros dos “cocos” de las ligas municipales. Naciendo así una escuela deportiva llamada inicialmente Grucer-Manila-Estrellas.

Y es importante recalcar las palabras de “niños y niñas”, porque el fútbol base de hoy ya no es sólo cosa de chicos.

Esa escuela sigue existiendo hoy bajo el nombre únicamente de E.D. Manila Estrellas F.S. Posee equipos en todas las categorías, incluso federados, y en sus vitrinas presume de varios campeonatos importantes a nivel nacional. Y lo mejor es que se ha convertido en un activo importante que da valor al barrio. Tal y como ellos presumen, además de ser un club de referencia en la comunidad de Madrid, ofrecen a través del deporte a niños y niñas de temprana edad una opción para que se aparten de problemas que acechan hoy en día a la sociedad. Y es importante recalcar las palabras de “niños y niñas”, porque el fútbol base de hoy ya no es sólo cosa de chicos. Me agrada ver que Manila Estrellas tiene una importante sección deportiva femenina y me alegra aún más que su coordinadora, según he podido averiguar buceando por su web, es Victoria Gonzalez, entrenadora además del equipo senior masculino. Recuerdo que era conocida como Vicky, una habitual del parque de Eva Perón en aquellos años 90 en los que “las niñas” no jugaban al fútbol. A excepción de Vicky claro, que siempre estaba peleando por formar parte de equipos sin importarle ser la única chica, además de aguantar, supongo, los comentarios que todos nos imaginamos. No debió ser fácil para ella poder disfrutar del deporte que tanto le gustaba, por eso me reconforta especialmente saber que sigue dedicándose a aquello en lo que tanto empeño puso. Todo un ejemplo para las que hoy en esta revista llamamos cariñosamente nuestras “esféricas”.

Imagen de archivo del equipo senior femenino del Manila Estrellas F.S.

Paso a menudo por las canchas del parque de Eva Perón y me resulta inevitable hacer una parada para echar un vistazo a sus ya clásicas canchas rojas. Tal vez porque me pueda la nostalgia e intente imaginarme ahí abajo con los nervios en el estómago esperando a que el árbitro pitase el inicio del partido o simplemente porque alguno de los equipos del Manila – Estrellas está entrenado o jugando una pachanga. Los chicos tienen buen nivel y es habitual ver jugadas de mucha clase. Pero sobre todo, lo que es común denominador de todas las secciones de la escuela es lo fácil que es verles disfrutar de su deporte favorito. Y eso a esas edades es lo fundamental. Así que, aunque en su día los consideré mis rivales, no puedo dejar de desear lo mejor, a base de una larga vida llena de triunfos, a la E.D Manila Estrellas.  ¡Viva el fútbol base!

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