El Atlético de Madrid no hizo un buen partido en Vallecas. No hace falta ser Einstein para alcanzar semejante conclusión. Por primera vez esta campaña, los de Simeone ‘tiraron’ los primeros 45 minutos, el Rayo les superó en algo innegociable, la intensidad; el ‘agujero’ del centro del campo que los colchoneros deben suturar más temprano que tarde pareció un cráter de dimensiones descomunales; y en ataque, no se aprovecharon las ocasiones que se generaron.
No puede haber paños calientes, sobre todo respecto a la primera parte. El Cholo quiso rotar para dar descanso a los futbolistas que más minutos van a soportar este curso, y su cuestionable actuación tuvo como aviso alarmante que hay jugadores que no se pueden reservar si el Atleti quiere pelear por los títulos.
Giménez es el líder del centro de la defensa y sin su concurso, la sensación de debilidad es acuciante; Koke y Gallagher, que hacen un trabajo incansable, necesitan un ‘tercero’ de garantías para llenar el solar en que se ha convertido la zona ancha; y sin Griezmann no hay paraíso arriba, esté bien, regular o mal el francés.
El Atleti tiene muchas cuestiones por corregir y con cierta premura si no quiere verse fuera de la lucha por la Liga demasiado pronto. Pero hay un asunto que no depende directamente de Simeone y la plantilla y que resulta preocupante teniendo en cuenta que tan sólo se han disputado seis jornadas de Liga y una de Champions y el Atleti no conoce la derrota: la histeria de parte de la afición.
Es recurrente, cada cierto periodo de tiempo y sobre todo ante una derrota, un empate o una mala actuación de la escuadra colchonera, que numerosos aficionados critiquen al Cholo, fundamentalmente en redes sociales, y siempre en plano negativo, rayando la falta de respeto y, por supuesto, sin argumentar absolutamente nada.
Dicen que es ‘cagón’ y ‘amarrategui’, que los encuentros del Atleti son un suplicio porque no juega ‘un pimiento’ y aburren a las ovejas y que no le saca partido a las supuestas bondades de la plantilla. Si dispone defensa de cinco, se dice que es defensivo, pero si arriesga, también se cuestiona o incluso se omite. Si rota, recibe ‘palos’; y si no lo hace y se producen lesiones o el rendimiento de determinados futbolistas no es el adecuado, también. Se le critica perdiendo y también ganando.
El Cholo está en la diana, y da igual que presente los mejores números de un entrenador al frente del conjunto rojiblanco en toda su historia. Y este curso da la sensación de que hay demasiada gente con el ‘gatillo’ preparado para apretarlo a la mínima de cambio, en base al supuesto ‘plantillón’ que tiene el Atlético.
Pero estas críticas, oportunistas e injustas en la mayoría de ocasiones, no pueden esconder la realidad de un club (o SAD) que ha hecho muchas cosas mal este verano, y en materias que no son competencia de Simeone. Porque se vendió que se iba a acometer una revolución total en la plantilla y los seis fichajes realizados llegaron en los últimos quince días de agosto, y eso implica que no hayan tenido pretemporada y se estén acoplando con la campaña oficial en marcha. Porque no se puede pretender corregir en un verano cinco años de inacción y sin inversión alguna en el equipo y que los resultados sean inmediatos.
Los milagros, a Lourdes… o a Simeone. Porque aunque algunos no lo quieran ver, el Cholo ha obrado un milagro tras otro en su etapa como máximo responsable del Atleti, con plantillas que eran mucho más endebles que lo que se vendía en los panfletos, compatibilizando la consecución de excelentes resultados con la agencia de compraventa de jugadores que lidera Miguel Ángel Gil.
La moraleja de esta situación es que quien más ha hecho en beneficio del Atleti, esto es, Diego Pablo Simeone, es vilipendiado por parte de la afición, mientras que quienes se apropiaron indebidamente de la entidad, según confirmaron distintas resoluciones judiciales, y dan prioridad a un negocio económico por encima del deportivo, salen de rositas una vez sí y otra también.
El Atleti tiene que mejorar, y eso es una obviedad. Pero con la histeria colectiva no sólo no se consigue nada, sino que se ocultan los problemas reales que azotan al club y se genera un nerviosismo contraproducente, contra un técnico y una plantilla que aún no conocen la derrota. Las prisas nunca son buenas consejeras.
Riguroso análisis de la situación del Atlético de Madrid –en el equipo y en la afición- en los primeros pasos de una temporada en la que, hasta el momento, no conocemos la derrota. También el artículo contiene una lista detallada (y en mi opinión acertada) de las causas de lo que está sucediendo.
Entiendo, no obstante, que los aficionados, tras muchos años de ver cerrado el candado del cajón del dinero, al comprobar que, por fin, la propiedad se ha estirado, nos ilusionemos y seamos más exigentes. Pero no olvidemos que las mayores presiones para Simeone vendrán del batallón de voceros subvencionados por el enemigo. Que vuelven con el mantra de que este año no valen excusas porque somos un club “rico”, que con la calidad de los nuevos fichajes estamos obligados a ganarlo todo, etc… Esta película ya la hemos visto muchas veces.
Seamos optimistas y exigentes, pero sin caer en las trampas del trampas. Aunque sin olvidar que, sin histeria pero con historia, aun con todo el viento en contra, tenemos derecho a soñar con ser grandes.