Analizamos a través de este relato la participación de México en el mundial de Qatar. La mirada del aficionado, del hincha que esté donde esté o viva donde viva vibra con la pasión de su selección. 

México vs Polonia (0-0)

22/11/22

Jornada 1

Verde. ¿Qué paso? Verdaderamente no recuerdo cuando fue la ultima vez que vi un partido la selección mexicana por televisión, probablemente haya sido uno de los tantos que forman parte del tan ya conocido mole tour (esta serie de partidos jugados en la unión americana que con la absurda idea de llevar un poco de México a nuestros paisanos al otro lado del muro terminan siendo estafados con juegos a precio de dólar, ante rivales de muy bajo nivel y con un combinado nacional distinto entre el que promociona el evento al que se presenta en el terreno de juego, una estafa); si no, quizás haya sido alguna de las ultimas derrotas que venimos sufriendo frente a los gringos; los equipos de la zona nos han perdido el respeto, o es que ellos se han vuelto mejores o nosotros peores.

El futbol es de las cosas que me permiten mantener el lazo con mi país estando tan lejos, me desvelo viendo a mi equipo jugar, ya sea a medianoche, dos u cuatro de la mañana, no ocurre lo mismo cuando juega el Tri; antes del inicio del mundial en Qatar, la selección realizo una pequeña gira europea previa de dos partidos, ante Iraq y Suecia, no vi ninguno de los partidos, ni siquiera me tome la molestia por saber cómo habían quedado.

Saqué de un cajón mi bandera y me la coloqué a mis espaldas, como un cálido abrazo. Lo que descansaba sobre mis hombros era un pedazo de tela, sobre los hombros de los jugadores, la fe renovada de cientos de millones de mexicanos.

Las relaciones se desgastan, los gustos van cambiando, sin embargo, eventos como un mundial son capaces de reavivar la llama y el interés en donde antes se había perdido. Durante dos semanas, cada cuatro años vuelvo a creer en el equipo. La eliminación en 2018 ante Rusia la viví en la oficina en la que trabajaba, no hay nada más triste que despertar de un sueño en medio de un sitio desbordado de papeles y pendientes, todos urgentes y de ultimo minuto. Lo de 2010 y 2014, en Sudáfrica y Brasil respectivamente lo sufrí en familia, el único consuelo fue saber que aun sobraba cerveza en el refrigerador y que era ya hora de comer.

Este ciclo mundialista no lo seguí, fue sorprendente para mí saber que Canadá había terminado primero en la clasificación, ya no Estados Unidos, Costa Rica, Panamá u Honduras, Canadá. Constantemente me comunico a casa, hablar de deportes es un tema recurrente dentro de una conversación padre e hijo; antes de la aparición del internet y las nuevas tecnologías, la gente se comunicaba a los periódicos para saber los resultados en los partidos de liga, mi viejo me mantuvo al pendiente del resultado y del juego de los chicos, para el no eran más que unos weyes inútiles, resulto ser más conciso que un partido de noventa minutos y un par de emisiones de análisis postpartido. Es mi fuente fiable del acontecer nacional en materia deportiva.

Llego el inicio del torneo, a pesar de todo lo anteriormente dicho, renació el animo y los nervios por ver a México una vez más en un mundial; los minutos previos fueron de nacionalismo puro, orgullo por escuchar en otro idioma el nombre de mi nación, que se hablase de ella fuera de los lamentables tópicos diarios por los cuales somos noticia a nivel internacional, las lagrimas de Alexis Vega se volvieron contagiosas, así como el sentimiento a flor de piel al ritmo de la música y las estrofas de nuestro himno. Saqué de un cajón mi bandera y me la coloqué a mis espaldas, como un cálido abrazo. Lo que descansaba sobre mis hombros era un pedazo de tela, sobre los hombros de los jugadores, la fe renovada de cientos de millones de mexicanos.

Así como dio inicio el partido, termino. Falta de claridad frente al arco rival y una serie de imprecisiones en pases claves, me sorprende lo paciente que me he vuelto con el paso de los años. Siempre fui un critico de Guillermo Ochoa, después del penalti atajado lo soy un poco menos, por la instancia, el sitio y el rival de frente; estoy plenamente convencido en que es un jugador de selección, más que de club. Lo gritamos como un gol.

Desde el comienzo negocié la victoria o el empate, me fui satisfecho por el resultado. Durante los encuentros no como ni bebo, recuperé el apetito y tuve sed; deje de prestar atención al televisor y volví a ser consiente del presente; deje de tener nervios y recupere el control sobre mis emociones. La bandera volvió a su sitio, a la espera del próximo partido, soy consiente de que lo más probable que ocurra sea una derrota ante los argentinos, sin embargo, el ánimo y los pequeños resquicios de fe se hacen presentes. El circulo vicioso se ha hecho presente como cada cuatro años, de la felicidad a la tristeza, de la esperanza a la decepción, hoy, por lo menos hoy, quiero irme a la cama tranquilo y contento, ha vuelto el mundial y con eso, los partidos de México.

Argentina vs México (2-0)

26/11/22

Jornada 2

 Blanco. Distinto al partido anterior, solitario y en casa, este lo vi en casa de un amigo y su pareja. El futbol, juego colectivo, se vive más en masa. Nos instalamos frente el televisor sobre un cómodo sillón, los tres apoyando al mismo equipo, pero viviendo el partido de distintas maneras. Todo en poco mas de metro y medio de longitud de mueble.

Estando aquí, he venido sembrando y cosechando amistades y relaciones con compatriotas, vivir algo como lo puede ser un partido de futbol de la selección, o la conmemoración de nuestra independencia, se vuelve mucho más significativo y emocionante. Argentina genera temor y una pronta resignación, inclusive aun sin haber rodado el balón de inicio. En compañía de otro mexicano, el sentido de la oración cambia de singular a plural, florece la valentía y la bravura estando “en bola”, que por cuenta propia. En algún momento pensé en que podría ser posible la victoria.  

Mi táctica de juego era guardar el cero en portería como principal prioridad, soportar cualquier embate argento y repartir puntos. ¿Algo más atrevido?, ser pacientes, esperar a que el desespere albiceleste por el pasar de los minutos que culminase con una casi eliminación los obligara a salir por todas, en ese preciso instante, salir al contragolpe y ser eficaces frente al arco rival. Inició el encuentro.

Imagínate descubrir el futbol durante un Mundial, viendo un partido de tu selección, y con Messi como rival de frente. En un solo momento aprender que es el futbol y asimilar el impacto que genera en todo el globo terráqueo.

Existe la teoría del partido de futbol como opción ideal para una primera cita. No hay silencios incomodos; cada cosa que ocurre dentro y fuera del campo genera algún tipo de comentario; se sabe que dura noventa minutos; y que, ante una mala cita, por lo menos esta allí el futbol. Una vez que comienza el juego, mi compatriota sentada al otro lado del sillón comenta que no es muy fanática del futbol, no lo entiende del todo, pero puede divertirse si este es entretenido y lo ve desde un inicio. Ante mi silencio y nerviosismo, mi amigo se encargo de explicarle lo que ocurría en la pantalla; apellidos de jugadores, le aclaro quien vestía de cada color y en qué dirección debían atacar, que era un fuera de lugar y un saque de banda, y un par de datos e historias de mundiales y futbolistas que en esta competición abundan entre las distintas transmisiones. La información genera conocimiento, este, te vuelve una persona más interesante. Tener tema de conversación es tan importante como saber bailar, cocinar y hacer reír, cuando lo que buscas es una relación.

Imagínate descubrir el futbol durante un Mundial, viendo un partido de tu selección, y con Messi como rival de frente. En un solo momento aprender que es el futbol y asimilar el impacto que genera en todo el globo terráqueo; enterarte que eres parte de algo más grande que tu por el simple hecho de un espacio geográfico determinado; saber que hay tipos que van un paso por delante del resto en la cadena evolutiva del hombre, más próximos al superhombre o a la divinidad misma.

Al final del primer tiempo, el planteamiento en cierta forma daba resultado, en medio de interrupciones al juego por faltas de ambos lados, el cero se mantenía. Poco más de paciencia, y valentía colectiva para, en un contra ataque, generar un tiro a puerta, un gol. Nada más. La segunda mitad inicio, así como el masterclass de juego de mi amigo a su chica. ¿Cómo poder explicar lo que solo puede hacer el diez argentino?, ¿Cómo? Ella aun guardaba ánimo, como explicarle que todo se había derrumbado de forma inexplicable. Vino el segundo gol, Maxi Rodríguez, el momento más triste de mi infancia ligado a la pelota. Aun guardaba la esperanza en marcar tres en los minutos finales, ¿Cómo explicarle que todo termino? Y que así es como siempre termina para nosotros el futbol. Acabado, en platica postpartido, renegamos en que no merecíamos la derrota, ni mucho menos la victoria. No somos candidatos a pasar de fase, como Argentina a levantar el título. ¿Qué paso?

Camino a casa, mi amigo quien conducía se percata que el precio de la gasolina ha subido en relación al precio de esta misma mañana. Seguramente esto lo hicieron durante el encuentro de Francia, cada céntimo de más es producto de cada gol marcado por el conjunto galo. Que preferiría yo, ¿irme en octavos sabiendo que aún podría seguir llenado el tanque a un precio justo? O, ser campeón del Mundo y cambiar mi coche por el transporte público. Pensé y este tipo de cosas solo ocurrían en México.

Termino de escribir esto en vísperas del tercer partido, quisiera no decir que he perdido la fe, si no más bien, que hay dudas sobre lo que pueda ocurrir. Viene a mi memoria el gol de Miguel Sabah en el estadio azteca ante los Estados Unidos, lo busco en internet y reproduzco el video una y otra vez. Paso a la chilena de Jiménez ante Panamá en el mismo azteca, la goleada en casa ante Nueva Zelanda por el repechaje del 2014. Termino con el relato del argentino Rodolfo De Paoli al gol de Lozano ante los alemanes en Rusia. « 5,4,3,2,1, Lozano, Lozano, engancha y le pega, Lozano, Lozano, Lozano, Lozano, Lozano gogogogogogogogogogogoo, goooooooooooooooool, ¡pero que viva México! gooooooooooooooool » en medio de una locura surrealista, una chica grita ¡No mames! Fieles compañeros de la derrota, y condenado a ella, volveremos a pensar y a gritar, ¡Si se puede!, ¡Si se puede!

 Arabia Saudita vs México (1-2)

30/11/22

Jornada 3

 Rojo. ¿Qué paso? Quise sentarme a escribir esto inmediatamente después del partido. No lo hice. Una vez pitado el final del encuentro apagué la televisión y volví a mis cosas. Terminar de redactar esto me tomara un par de días seguramente. No tengo problema con eso, ya han pasado cuatro días desde el miércoles 30. No me interesa cumplir con los estándares de hoy que exigen una inmediatez causa o consecuencia de la sobresaturación de contenido que tenemos hoy en día. Lo que ocurre en este instante dejara de ser relevante al cabo de un par de horas. Lo que somos y lo que ocurre a nuestro alrededor no son más que chispazos en medio de la existencia.

De haber sentado a enunciar frases y componer líneas habiendo terminado el partido, seguramente lo hubiese hecho sesgado por el resultado y la sensación que se vive en el momento. Burlas, odio y amenazas inundaron los canales de comunicación ante el fracaso del Tri. Sensaciones mucho más exacerbadas a la frustración y tristeza que vivíamos regularmente una vez eliminados en octavos, sin importar el rival de frente. Es más sabio esperar, que baje un poco la marea, que el agua se vuelva un poco más cristalina y el caudal violento rio abajo baje un poco su velocidad hacia el vacío.

El circulo se ha cerrado. Abemos quienes encontramos satisfacción en lo perfectamente geométrico, orden y pulcritud de las cosas. Lo tuvimos todo, un camino clasificatorio lleno de dudas y críticas, una ilusión previa al inicio del campeonato, criticas y reproches hacia el técnico, jugadores y directivos por habernos dejado fuera. Se culpo al aficionado que reconoció el buen partido frente Arabia, solapadores que perdonan lo que no se hizo en los dos encuentros anteriores. Un circulo perfecto trazado con compas.

Burlas, odio y amenazas inundaron los canales de comunicación ante el fracaso del Tri. Sensaciones mucho más exacerbadas a la frustración y tristeza que vivíamos regularmente una vez eliminados en octavos, sin importar el rival de frente. Es más sabio esperar, que baje un poco la marea, que el agua se vuelva un poco más cristalina y el caudal violento rio abajo baje un poco su velocidad hacia el vacío.

¿Qué hubiera pasado de haber clasificado y en octavos haber enfrentado a Francia? Seguramente lo mismo de los últimos siete Mundiales. El fracaso es algo común en la vida, mucho mayor que el éxito. Dejo de dolernos, pareciera que se volvió necesario y placentero en nuestra vida. Lo tomamos y en vez de intentar cambiarlo decidimos verterlo sobre los demás. Llamamos fracasados a quienes nos invitan a creer en cosas chingonas y a quienes nos dicen que el nivel que tenemos no da para más. Creí y seria testigo de algo histórico para nuestro futbol nacional. Yo hablaba del quinto partido, no de esto.

Por supuesto que no vengo a descubrir el hilo negro de las cosas. Sin embargo, es claro que a lo largo de todos estos años lo único que nunca se ha intentado es ser pacientes y dar tiempo. No se ha permitido aplicar dichos elementos a la formula porque va incluso contrario a nuestra propia vida cotidiana, no es de extrañar que nuestra generación viva un estrés, frustración y ansiedad desmedido. Bajar la velocidad, detenerse un momento y tomar un respiro.

Viktor Frankl, padre de la logoterapia, propuso las técnicas de intención paradójica. La paradoja se configura cuando hay dos elementos mutuamente excluyentes que sin embargo coexisten. Amamos y odiamos a la misma persona. Avanzamos y retrocedemos de igual manera. La intención de estas técnicas es amortiguar los miedos individuales, no se tiene un miedo especifico, sino que se teme al propio miedo. Bloqueo. Se piensa obsesivamente en la sensación de temor que esto conduce al error. Es un ciclo vicioso. Esto no puede romperse de otra forma más que renunciando al deseo de control permitiendo que los síntomas afloren. A quien tenga miedo al fracaso, se le invita a que fracase. Solo así podrá haber un verdadero cambio. Quizás y el haber quedado fuera en primera ronda fuese lo mejor para nosotros.

El ciclo mundialista rumbo al 2026 ha comenzado, Estados Unidos y Canadá van por delante de nosotros. El fracaso de nueva cuenta es inevitable. Durante esta fase de grupos termine un libro titulado Breve historia del ya merito, de diversos autores, cada uno relata en bucle la debacle mexicana en cada competición desde Chile 62´. Hace poco me entere que la novela En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust ostenta el récord Guinness como el libro más largo del mundo. Tardo trece años en escribir su historia, la nuestra lleva sesenta años. La derrota entrega obras artísticas mucho más interesantes, trascendentes y memorables que las que hablan de victorias. Son odas mucho más poéticas y valiosas al tratar sobre el caído. Con paciencia es cuestión de tiempo para que en el libro del Tri se añadan los capítulos de Rusia y Qatar.

Francia vs México (3 -0)

04/12/22

Octavos de lugar

 ¿Qué pasó? Jugamos como nunca, perdimos como siempre.

En realidad, esto nunca pasó. El equipo no se presentó al partido, por lo cual perdimos por de faul. Sin embargo, la costumbre de ver a México caer una y otra vez en octavos me llevo a escribir esto de forma casi instintiva.

Este articulo ha sido elaborado por  nuestro colaborador, Andrés Arrieta.

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