El futbol español ha cambiado mucho en las ultimas década. Un ejemplo de ello, lo representan los Estadios de nuestro país. Hacemos un pequeño repaso y recordamos con cariño aquellos campos de fútbol en los que crecimos.

El futbol de mi infancia olía a puro y a pipas. Su banda sonora era la radio. Sus goles se gritaban en estadios de color gris, como si una manta de ceniza plomiza los hubiera pintado. Los partidos se jugaban el domingo a las cinco de la tarde. El carrusel de goles duraba dos intensas horas. Los locutores gritaban con furia ¡Goolllllll en las Gaunas! ¡Penalti en la Condomina! ¡Expulsión en el Plantío¡

Nombres míticos de mi infancia, palabras que hacían referencia a campos de fútbol. Sin embargo, en mis recuerdos son la música de una niñez feliz. Muchos de estos estadios hoy no existen. O bien han cambiado por completo convirtiéndose en algo diferente. Y es que el país en el que crecí es muy diferente al actual.

La afición del Atelti ya no canta los goles en su entrañable Vicente Calderón. La Catedral, el mítico estadio de San Mames ya no existe. Los leones dejaron su viejo y venerado templo por uno nuevo y con algo más de glamur. La Real Sociedad jubiló Atocha y en Oviedo el Tartiere es solo un recuerdo del pasado.

Nombres míticos de mi infancia, palabras que hacían referencia a campos de fútbol. Sin embargo, en mis recuerdos son la música de una niñez feliz.

El futbol español está mutando. Los estadios son ejemplo de ello. Los nuevos campos son colosales obras de ingeniería. Lugares cómodos, funcionales, llenos de colores y tecnológicamente avanzados. Pero posiblemente han perdido encanto y embrujo para sus aficionados.

El Espanyol de Barcelona dejó su mítico Sarria por el RCD Stadium. Cambio un estadio con solera en medio de la ciudad por un moderno complejo en la periferia. El Mallorca, abandonó el Luis Sitjar y empezó a jugar en un bello estadio rojo llamado Son Moix. La Unión Deportiva Las Palmas se mudó, se fue del pequeño Insular al grandioso estadio de Gran Canaria. Todos estos traslados fueron posiblemente para mejorar. Sin embargo, dejaron huérfanos unos recuerdos y la banda sonora de una infancia.

En otros lugares, optaron por la reforma. Riazor, el Carranza, la Rosaleda o el Sadar, tienen un aspecto muy distinto al que lucían en los ochenta y en los noventa. Revisten mas atractivos, mas luminosos. Son estadios mas coquetos. Balaidos y el Santiago Bernabéu ultiman nuevos cambios. “Liftings” estéticos que los convertirán en campos de vanguardia. La mejor de las presentaciones para un fútbol nuevo.

Pero también hay estadios de mi infancia que siguen impertérritos. Míticos campos de fútbol que no cambian. En Zorrilla, los pucelanos pueden seguir cogiendose pulmonías. Gijon sigue vibrando con su Sporting en el Molinón. El mismo campo que inmortalizo Garci en su oscarizada película “Volver a empezar”.

En Vallecas se sigue viendo el fútbol en un campo sin fondo, en medio de una barriada orgullosa de su franja. Valencia no cambia de piel. A pesar de tener el esqueleto ya formado de un nuevo estadio, el equipo che y sus circunstancias, no quieren o más bien no pueden, abandonar su vetusta casa de Mestalla.

Santander y su Racing sueñan con rememorar tiempos pasados. En Cantabria futbolísticamente cualquier tiempo pasado fue mejor. Los futbolistas del Racing tocaron la gloria jugando en el Sardinero. El descenso a los infiernos también lo jugaron ahí.

Para mi generación aquellos estadios serán los lugares de nuestros primeros recuerdos de futbol. Jamás los podremos olvidar.

Zaragoza, sigue vibrando con su equipo de fútbol. Los aragoneses quieren despedirse del campo que los vio crecer. Pero sus crisis se lo impiden. Mientras tanto, siguen chutando el balón en la Romareda. El Sevilla y el Betis, eternos rivales de la capital andaluza conservan su históricos estadios. Limpios y coquetos, pero son los de siempre. Y siguen donde siempre.

Mucho ha cambiado en el futbol con el que crecí. Todo desprende más glamur, todo es más pulcro. Muchas de las casas de los aficionados han cambiado, o han sido reformadas. Pero para mi generación aquellos estadios serán los lugares de nuestros primeros recuerdos de fútbol. Jamás los podremos olvidar. Aunque hoy ya no existan.

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