En un fútbol plagado de agentes y representantes cada vez es más difícil ver canteranos en nuestros equipos. A pesar de ello siguen existiendo y muchos aficionados los admiran. Les brindamos nuestro más sentido homenaje.

El fútbol se siente de formas muy diversas. Hay aficionados a los que les encanta el juego de toque, otros prefieren la verticalidad de los equipos que contragolpean. Algunos disfrutan con el rigor táctico de los sistemas defensivos. Personalmente no me considero devoto de ningún estilo. En todos ellos encuentro virtudes y también defectos.  Sinceramente a mi lo que me gusta de verdad son los equipos y los jugadores canteranos.

Posiblemente esta debilidad proviene de mi infancia. La cultura deportiva con la que crecía estaba lejos de un campo de fútbol. Cuando era niño frecuentaba las gradas del Palacio de los Deportes viendo baloncesto y animando al Estudiantes (todavía sigo haciéndolo). En el club del Ramiro de Maeztu todo gira en torno a la cantera. Cuando desembarqué en el fútbol me llevé conmigo esa predilección por jugadores crecidos y educados en las categorías inferiores del club.

Respeto y admiro a los equipos que apuestan por sus canteranos. Lo siento así porque creo que esos jugadores representan como nadie los ideales del fútbol. Soy de los que piensa que los equipos son algo más que meras identidades deportivas. En la esencia de todos ellos se proyectan valores que los caracterizan y representan. La identidad propia que tiene un club se refleja mejor que nada en sus canteranos.

Esta semana viendo las celebraciones de la Supercopa, tanto en la competición femenina como en la masculina, pude ver escenas que me reafirmaron en lo importante que son los canteranos para un club.

Foto Atlético de Madrid

En Almería el Atlético de Madrid Femenino alzaba la Copa de Supercampeón. La entrega del trofeo nos dejó una emocionante escena entre Amanda Sampedro y Virginia Torrecilla alzando la Copa. Segundos después saltaban los confetis y empezaba la fiesta. Algunas jugadoras del Atleti agarraron el trofeo y se hicieron los típicos selfis. Mientras esto sucedía, cuatro canteranas cantaban con fuerza el himno del Atleti. Sonia Manjarín, Alejandra Bernabe, Elena Martínez y Amanda Sampedro dejaban claro un sentimiento. Habían ganado sí, pero también lo había hecho el club de su vida. Su celebración no era individual, era pasional, sentimental, la de cualquier aficionado colchonero.

Los equipos son algo más que meras identidades deportivas. En la esencia de todos ellos se proyectan valores que los caracterizan y representan. La identidad propia que tiene un club se refleja mejor que nada en sus canteranos.

Los chicos por su parte jugaron la Supercopa en Málaga. El Athletic Club ganó el torneo tras vencer a Real Madrid y Barcelona. La final contra el Barça parecía perdida, pero aparecieron dos canteranos que dieron la vuelta al partido. Asier Villalibre empató con un certero puntapié en el último minuto. En la prorroga Iñaki Williams con un golazo dio el triunfo a los bilbaínos. Gran victoria para un club que compite y juega con chavales de la tierra. La celebración dejó otra imagen llena de sentimiento. Villalibre, el canterano, tocó con pasión su trompeta para celebrar la victoria. ¿Qué sonó? Los acordes de un popular cantico de animación de la hinchada bilbaína. Una música  que une a una afición y que sirve para animar a su equipo del alma.

Ambas imágenes de celebración me recordaron otro fútbol. Un deporte más sentimental, tal vez más puro. Ese futbol de los años ochenta donde por ejemplo el Real Madrid maravillaba con un equipo plagado de autóctonos jugadores conocidos como la Quinta del Buitre. O ya en los noventa aquel Barcelona de Cruyff donde peloteaban niños crecidos en la Masiá como Guardiola, Guillermo Amor, Ferrer o Iván de la Peña. Mi debilidad es esa. Cuando veo un equipo repleto de canteranos empatizo con él. Por eso me gusta ver jugar al Betis, al Sporting o la Real Sociedad. Destilan un aroma peculiar.

Foto Goal. Nacho Fernández jugando con el Real Madrid

Por último, quisiera hablar de un jugador que para mí representa lo que es un canterano. Ese jugador no es otro que el madridista Nacho Fernández. El club blanco es un equipo de extrema exigencia. En muchas ocasiones estrellas mundiales, contrastadas en el mundo del fútbol, han sucumbido a la presión de jugar en el Bernabéu. En un contexto así no es fácil ni siquiera sobrevivir. Nacho lleva diez años vistiendo la camiseta blanca. Una década en la que ha demostrado un compromiso y una humildad que en mi opinión solo es propia de un canterano. Cuando juega Nacho siempre cumple con solvencia. Si le toca ir al banquillo, lo acepta sin problemas. Nunca tuvo una mala cara, ni siquiera un mal gesto. Está ahí para lo que su equipo necesite. Es el club de su vida. Un jugador así no tiene precio en el mercado.

Son muchos los canteranos a admirar. Los hay en todas partes, tienen mil nombres, Koke, Gerard, Lucas, Saul, Iago, Jesús o Iker. Para mi todos representan la esencia del futbol. Niños que convirtieron su sueño en realidad. Ejemplos de futbolistas que en mi opinión hacen el fútbol más nuestro, más cercano, algo más creíble.

6 thoughts on “Canteranos

  1. Interesante mirada valorica del fútbol. Aunque no soy futbolera aprecio los intramuros que traspasa Luis para referirse a este deporte.

  2. Gran artículo, Luis.
    Lástima que en el fútbol actual los grandes equipos europeos no apuesten por la cantera.

  3. Tengo la misma idea acerca de las cosas. Esas celebraciones de titulos desangeladas en las que sólo se ven bocas abiertas para la foto, son muy frías

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