En los próximos días comienza una nueva Eurocopa. Un torneo que siempre nos ha dejado grandes episodios a los aficionados del fútbol. En este escrito repasamos muchos de aquellas momentos. Instantes que pertenecen a la historia del fútbol y que se han convertidos en recuerdos de nuestras vidas.
El Mundial es el torneo de selecciones más importante. La mayoría de los aficionados solemos acordarnos del primero que pudimos vivir intensamente. Incluso, sabemos a qué generación pertenecemos si reconocemos las mascotas o los balones que aparecieron en ellos. Sin embargo, con la Eurocopa no sucede lo mismo. Muchos de los aficionados serían incapaces de recordar una mascota de una Euro. En cierta medida, puede parecer que los momentos que vivimos en el torneo continental tienen menos valor emocional.
Pero, no podemos ser injustos, la Eurocopa ha dado también instantes inolvidables al mundo del fútbol. De hecho, los españoles durante décadas tuvimos como única gloria relevante de nuestro balompié, un gol de Marcelino. Un impecable cabezazo que supuso la victoria de España en la Eurocopa de 1964. Un torneo peculiar en todos los sentidos. Se organizó y jugó en pleno Franquismo. El rival de España en la final fue la Unión Soviética. Ganar a los jugadores rusos, representantes futbolísticos del comunismo y en plena Guerra Fría provocó que las autoridades franquistas otorgaran de una épica más allá del deporte a aquel mítico gol de Marcelino.
Llegada la Democracia a nuestro país, los aficionados españoles lloramos por un fallo de Arconada. Un fatídico gol de Platini, en el Parque de los príncipes de Paris, nos quitó de un plumazo la ilusión de tocar la gloria de nuevo. Arconada héroe durante todo el torneo no pudo atajar aquel inocente balón envenenado.
Los españoles durante décadas tuvimos como única gloria relevante de nuestro balompié, un gol de Marcelino. Un impecable cabezazo que supuso la victoria de España en la Eurocopa de 1964.
Durante décadas vivimos la Eurocopa pensando que era nuestro momento y la cruda realidad nos despertaba de un frágil sueño. Una fatídica tanda de penaltis en Wembley. Aquel gol de Alfonso en el ultimo suspiro nos hizo creer para después claudicar con un penalti que superó el larguero.
Nunca más allá de cuartos, como siempre, tocaba lo de siempre. Hasta que un 22 de junio de 2008, en Viena, la historia del fútbol español cambió. Los guantes de un ángel en una imborrable tanda de penaltis contra Italia rompieron aquel eterno maleficio. Por fin pasamos a semifinales. Pero la cosa no quedó ahí. Un entrenador de leyenda, Luis Aragonés y una generación irrepetible nos hicieron campeones de nuevo. Los Casillas, Torres, Puyol, Xavi, Iniesta, Silva, Ramos o Villa nos mostraron la gloria. La primera vez que los vimos bailar en el olimpo del fútbol fue en una Eurocopa. Como dice el tópico, la primera vez nunca se olvida.
Pero la Eurocopa ha dejado otros momentos para el recuerdo más allá de la selección española. En 1976, la final se disputaba en Belgrado, se enfrentaban Checoslovaquia y Alemania Federal. El encuentro terminó con un inesperado empate a dos. Cuando llegó el penalti decisivo, el futbolista checoslovaco, Antonín Panenka, pateó de forma magistral y original la pena máxima. Sin saberlo, Antonín había creado un estilo de lanzamiento que perduraría hasta nuestros días. “El penalti a lo Panenka”, un osado lanzamiento que con un pequeño toque al balón realiza una vaselina por el centro de la portería. Muchos lo han imitado, sin embargo, ninguno será como aquel. Antonín fue el primero en hacerlo y además en qué momento.
En 1988, una increíble volea de Van Basten dio por fin algo que celebrar a Holanda. Una estilosa selección que siempre sucumbía en la orilla de la gloria. La Eurocopa nos ha dejado en el recuerdo también míticas historias de superación. Sorpresas inesperadas que reconfortan a los aficionados del futbol. Dinamarca en 1992 ganó el campeonato. Aquella selección no tenia pensado jugar el torneo. De hecho, la mayoría de sus jugadores estaban de vacaciones en la playa. Sin embargo, una sanción a última hora a Yugoslavia les permitió competir. Inesperadamente se alzaron campeones. Una historia que nos demuestra que el fútbol es mucho mas que imprevisible.
Sorprendente fue también la Grecia de 2004. Entrenada por Otto Rehhagel los griegos hicieron de sus carencias virtud. Con un juego ordenado y riguroso noquearon a las potencias del continente. Les valía con un saque de esquina botado por Zagorakis y el cabezazo de Chariesteas para marcar.
Este verano comienza una nueva Eurocopa. Un torneo que seguramente nos vuelva a dejar momentos inolvidables. Después de una fatigosa pandemia, los estadios volverán a tener aficionados. Volverán los canticos, los colores y la pasión de la grada.
Fue en la Eurocopa donde vivimos el primer gol de oro de la historia. Bierhoff marcó el tanto de la victoria para Alemania ante la República Checa en la final de 1996. Aquel partido se jugó en el mítico estadio de Wembley. Cuatro años mas tarde, la final volvería a decidirse con otro gol de oro. Esta vez fue Francia la que se alzó con la corona. Trezeguet, en el ultimo suspiro, dio el título a los galos dejando a sus rivales italianos repletos de lágrimas en los ojos.
Este verano comienza una nueva Eurocopa. Un torneo que seguramente nos vuelva a dejar momentos inolvidables. Después de una fatigosa pandemia, los estadios volverán a tener aficionados. Volverán los canticos, los colores y la pasión de la grada. Las selecciones volverán a competir por reinar el continente. Lo bonito de esta edición es que se jugará en varios países. Mostrando nuevamente que el fútbol es la mejor unión de un continente.