Almudena Grandes fallecía la semana pasada. Reconocida hincha rojiblanca, su pública simpatía por el Atleti la convirtieron en un referente sentimental para muchos atléticos. Sirva este escrito como homenaje en clave colchonera a una de las mas grandes escritoras de nuestro tiempo.  

El sábado pasado, Álvaro Serrano, compañero de fatigas en un chat colchonero, escribió para informarnos que Almudena Grandes había fallecido. Una triste noticia, sin duda. Álvaro y Almudena compartían peña. Ambos eran miembros de los “Los 50”, prestigiosa y referencial asociación creada para la defensa de los valores y la historia del Atleti. Los mensajes de Álvaro y del resto de componentes del grupo de whatsapp, mostraban la tristeza emocionada por la pérdida de un referente cultural y colchonero.

Almudena era muchas cosas. Los que tuvieron la suerte de compartir vida con ella la definen principalmente como una persona generosa. Pero además de eso, era una brillante escritora. Una pluma que se caracterizó por describir las realidades sociales desde la complejidad del desfavorecido. Reivindicó en sus novelas a los sufridores. Fue una escritora de apegos. Posiblemente la novelista más madrileña de nuestra literatura moderna.

Almudena era una intelectual que nunca se avergonzó de su afición al fútbol.  Todo lo contrario, siempre reivindicó su condición de hincha colchonera. El Atleti era su club, su pasión y según sus propias palabras, una escuela para para la vida.

Ella misma se definía a sí misma como nieta, hija y madre colchonera. Nunca tuvo reparos en calificarse como “india”. Su vehemencia por el Atleti la convirtió en un referente emocional para todos los atléticos.

Ella lo tenía claro. Predicaba siempre su condición de atlética. Definió una y mil veces que era ser del Atleti. Algo que muchos intuyen que no debe ser fácil, pero que otros, como ella, lo entendemos con naturalidad.  Se trata sin más de una expresión rebelde y certera.

Con su característico y caluroso entusiasmo escribió “Ni un millón de Champions serían suficientes para equilibrar la balanza de la desobediencia y la pasión, la rebeldía de quienes se enorgullecen de la dignidad de su pobreza frente a una permanente exhibición de opulencia. ¿A quién se le ocurre ser pobre pudiendo ser rico? A miles de madrileños y a mí. Porque Madrid también es coraje y corazón.

Almudena sabia que la esencia del Atleti radicaba en su hinchada, su orgullosa afición. Más de una vez repitió con dignidad “Los colchoneros no somos del Atleti. Nosotros los indios somos el Atléti”. Simple y rotundo.

Cuando la mejor de las prosas escribe con tinta rojiblanca poco más debe añadirse. Su sentimiento colchonero nunca quedará en el olvido de una afición pasional. Una rebelde familia, que como ella bien decía, vive la vida derrochando coraje y corazón.

Querida Almudena que la tierra te sea leve. Nos veremos en el tercer anfiteatro. Buen viaje amiga colchonera.

Aupa Atléti

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